Los primeros acordes son inconfundibles. Una guitarra acústica repite una sencilla frase con un riff pegadizo y a continuación una segunda guitarra se superpone con el delicado bend de David Gilmour. Esta perfecta introducción, que ya forma parte de la historia del rock, es la carta de presentación de ‘Wish You Were Here’, una de las canciones más famosas de Pink Floyd, incluida en el disco del mismo nombre, Wish You Were Here, de 1975 y que fue un auténtico éxito de ventas.
Para entender el significado de esta pieza hay que saber que el álbum fue concebido como un homenaje a Syd Barret, co-fundador de la banda y ex-miembro desde que las drogas lo incapacitaron. Roger Waters y el resto del grupo quisieron acordarse de Barret en el que sería su noveno álbum, publicado tan sólo dos años después del mítico The Dark Side of the Moon (1973). No era nada fácil superar al famoso disco de la cara oscura de la Luna, pero los Pink Floyd eran unos genios.
En Wish You Were Here hay otras canciones interesantes como ‘Welcome to the Machine’, que tiene un claro mensaje contra la industria musical, o ‘Shine on You Crazy Diamond’, una larga pieza psicodélica que directamente es un canto al genio perdido de Syd Barret. Sin embargo en esta ocasión nos centramos únicamente en la canción que da título al álbum y que dice «Ojalá estuvieras aquí».
Después de haberla escuchado varias veces (en versión original, en este directo de David Gilmour o en la mítica (y única) reunión de todos los miembros de Pink Floyd, aquí) podemos pasar a leer la letra traducida, y dejarnos llevar por su profundo mensaje:
Así que crees que puedes distinguir
el Paraíso del Infierno,
el cielo azul del dolor.
¿Puedes distinguir un campo verde
de un frío raíl de acero?
¿Una sonrisa de un velo?
¿Crees que puedes distinguirlo?
¿Te hicieron cambiar
tus héroes por fantasmas?
¿cenizas ardiendo por árboles?
¿aire cálido por una brisa fresca?
¿el frío confort por el cambio?
¿Cambiaste un rol secundario en la guerra
por un papel protagonista en una jaula?
¡Cómo desearía que estuvieras aquí!
Sólo somos dos almas perdidas
nadando en una pecera,
año tras año,
corriendo sobre el mismo viejo suelo.
Y, ¿qué hemos encontrado?
Los mismos viejos miedos…
¡Ojalá estuvieras aquí!
Es indiscutible la delicadez de los versos. La pluma de Waters ha preferido enfocar el mensaje a través de preguntas (retóricas, se entiende) que parecen interpelar directamente al propio oyente. Y aunque tradicionalmente se suele enfocar el análisis de esta canción desde la relación Waters-Barret, en este caso vamos a convertirnos nosotros mismos en el receptor del mensaje.
Así que crees que puedes distinguir
el Paraíso del Infierno,
el cielo azul del dolor.
¿Puedes distinguir un campo verde
de un frío raíl de acero?
¿Una sonrisa de un velo?
¿Crees que puedes distinguirlo?
Comenzando por el principio, encontramos una pregunta provocadora, que nos reta. ¿Acaso creemos que podemos distinguir las dos caras de la vida? ¿podemos diferenciar realidades que son paralelas y enfrentadas? Pareciera que se vuelve a la lógica del lado oscuro de la Luna en contraposición del lado visible. El lado oscuro sería el Infierno, el dolor, el raíl de acero, el velo… ese lado de la vida que muchas veces ni siquiera se distingue del Paraíso, del cielo azul, de un campo verde, de una sonrisa. El hecho de creer que somos capaces de comprender la realidad (que es, al fin y al cabo, lo que significa poder distinguir entre lo bueno y lo malo) nos impide cualquier reflexión sobre ella misma. Como pensamos que entendemos el mundo que nos rodea, no nos planteamos nada sobre él. Eso sólo lo hace el filósofo, que sabe que no entiende y por eso reflexiona: para entender, para alcanzar la verdad.
Como un filósofo provocador, como si fuera Sócrates, Roger Waters nos lanza preguntas para que reflexionemos. ¿Puedes diferenciar el Paraíso del Infierno? ¿no te habrán hecho creer que lo malo es bueno? Aquí podríamos citar a Huxley. ¿Podemos distinguir un campo verde de las vías oxidadas de un tren? ¿no nos habrán ocultado la verdadera realidad del mundo? Esta primera estrofa se puede entender desde esa perspectiva, la del cuestionamiento sobre el conocimiento de la realidad en la que vivimos.
¿Te hicieron cambiar
tus héroes por fantasmas?
¿cenizas ardiendo por árboles?
¿aire cálido por una brisa fresca?
¿el frío confort por el cambio?
¿Cambiaste un rol secundario en la guerra
por un papel protagonista en una jaula?
La segunda parte de la canción cambia la temática. Sigue con la forma (mediante preguntas dirigidas al oyente), pero cambia el fondo. Ya no se reflexiona sobre la naturaleza del mundo, sino que se apuesta por un cuestionario que plantea un dilema final. Todos elegiríamos árboles antes que cenizas, una brisa refrescante antes que el aire cálido. Todos escogen a los héroes antes que a los fantasmas. Pero… ¿qué elegiríamos para contestar la última pregunta? Es una reflexión profunda pero basada en el sencillo símil «cola de león-cabeza de ratón». ¿Qué elegiríamos? ¿tener un papel protagonista en una celda o jugar un papel secundario en una guerra? Hay reflexión para rato a la hora de argumentar cualquiera de las dos opciones, un ejercicio que Roger Waters deja para el oyente.
Una de las preguntas que se nos hace es especialmente interesante. Nos plantean qué es mejor, si la cómoda sensación de confort o el cambio. Sin duda el confort es bienestar, y el cambio es incertidumbre. Fácilmente se puede relacionar esta duda con las constantes estrategias que el sistema pone en marcha para evitar cambios reales. Reflexiones de tipo político que ya hicimos en otros artículos (como este, este, este, este, este, este, este o este).
También hay una mención a un tercero, o a una serie de personas que se ocultan tras la letra y no vemos. ¿De quién habla Waters cuando habla de esos que te hicieron cambiar tus héroes por fantasmas? Se podría ver ahí una pincelada de señalamiento hacia la manipulación de los medios, o quizás al engaño de los políticos (un tema recurrente en las letras de Waters). También es posible que, en el marco de ‘Wish You Were Here’ como mensaje a Syd Barret, esté hablando del efecto de las drogas, que distorsionan la realidad y a las propias personas. Con las drogas un héroe puede convertirse en un fantasma.
¡Cómo desearía que estuvieras aquí!
Sólo somos dos almas perdidas
nadando en una pecera,
año tras año,
corriendo sobre el mismo viejo suelo.
Y, ¿qué hemos encontrado?
Los mismos viejos miedos…
¡Ojalá estuvieras aquí!
La última estrofa llega después de una sección instrumental en la que siguen cantando las guitarras acústicas. El grito «¡Cómo desearía que estuvieras aquí!» suena con fuerza cuando vuelve la letra. La canción está terminando y lo hace con un mensaje pesimista y triste. Al final, Waters y Barret (o también todos nosotros, los oyentes), son/somos únicamente peces nadando en una pecera. Pasa el tiempo, pasan los años y no somos más que peces en una pecera. Caminamos por el mismo suelo, siempre. Caminamos sin encontrar nada.
¿Vivimos en una burbuja, quizás? Como le pasaba a Truman en su ciudad natal, o como los hombres de la Caverna de Platón. ¿Es esa pecera Matrix? Puede que no hubiera que llevar la reflexión tan al extremo de la filosofía sobre la realidad del mundo, pero al menos el existencialismo aparece de manera clara. El sentido de la vida («¿qué hemos encontrado?»), la condición humana («somos dos almas perdidas»), la libertad («nadando en una pecera»), los miedos, la soledad…
Una vez analizada, aunque sea muy por encima y sin entrar en su profundidad (algo que cada oyente y lector debe hacer de manera personal), ‘Wish You Were Here’ se revela como una auténtica obra de arte. Una canción bella en lo musical y extremadamente compleja y profunda en cuanto a los significados.