Casi todo lo que se conoce de la historia medieval de Escandinavia procede de antiguos libros que se han conservado con el paso de los siglos. Permanecieron ocultos en bibliotecas o en baúles en los sótanos de templos olvidados, y cuando se descubrieron, las leyendas de aquella época volvieron a leerse, descubriéndose las aventuras de los habitantes del Norte.

Estos textos, más que libros, son crónicas. Se les conoce como sagas, y recogen la historia de distintas regiones y la vida de importantes reyes. Son documentos imprescindibles para saber cómo era la sociedad medieval del Norte de Europa. Aunque estas sagas fueron escritas por monjes o poetas anónimos entre los siglos XII y XV, los sucesos que relatan son de cientos de años atrás. Realmente, las sagas permanecieron recluidas en la tradición oral durante mucho tiempo. Los sagnamenn las repetían de memoria en banquetes, sermones y asambleas, recordando a los antiguos reyes y sus hazañas. También los thulir, recitadores anónimos y espontáneos por las calles y tabernas, contaban las historias de las sagas, así como los importantes escaldos. A partir del S.XII fue cuando esos acontecimientos narrados oralmente, tan lejanos ya en el tiempo, las crónicas de las sagas pasaron al papel.

Por ejemplo, para saber de la vida del rey Magnus I de Noruega hay que acudir a la Magnúss saga góða, una crónica que forma parte del Heimskringla, un libro imprescindible en el conocimiento sobre la cultura e historia de Escandinavia. Si se quiere descubrir qué aventuras vivió Ragnar Lodbrok es preciso leer la Ragnars saga loðbrókar. También, para conocer la expansión vikinga hacia Groenlandia, es interesante la Saga de los Groenlandeses, una de las más famosas sagas islandesas. Y de esta manera ocurre con cientos de sucesos históricos que tuvieron lugar durante el Medievo: para conocerlos es necesario utilizar las fuentes literarias que se conservan.

Durante siglos, las sagas fueron leídas a la luz del fuego para escapar de la soledad y el aislamiento en los largos inviernos, y transmitidas de viva voz de generación en generación. Aunque pasaron a papel y se conservan los libros, todavía los islandeses contemporáneos recitan fragmentos enteros de memoria, y cuando se visita la isla señalan con certeza los lugares concretos donde se sitúan episodios de esas leyendas. El Premio Nobel de Literatura islandés, Halldór Laxness, señaló la importancia de estas crónicas asegurando: “Las sagas son nuestros cimientos culturales.”

El Landnamabók, la colonización vikinga de Islandia

Podemos imaginar al historiador Ari Thorgilsson, en algún momento del S.XII, en plena Edad Media, recopilando historias, viajando por los pueblos de Islandia recogiendo manuscritos, escuchando leyendas. En esos fríos y oscuros días del medievo, cuando todo parecía haberse quedado quieto, y las sociedades no avanzaban ni retrocedían, algunos monjes y profesores quisieron emplear su tiempo en documentar el pasado de sus tierras. En el caso de Islandia, varios fueron los cronistas e historiadores que trabajaron reuniendo información sobre los antiguos vikingos, fascinados por las historias que contaban los más viejos del lugar. Esas leyendas que hasta entonces habían sobrevivido al tiempo gracias a los cuentos contados debían pasar al papel, para que nunca pudieran perderse.

portadaBokCon este ánimo se redactaron varios libros en Islandia, como el Landnamabók, un manuscrito que narra el asentamiento de los nórdicos en la isla durante los siglos IX y X. Dividido en cinco partes y alrededor de cien capítulos, el Landnamabók comienza contando cómo se descubrió este pedazo de tierra helada, y concreta de manera muy detallada en qué zonas se comenzó la instalación de poblados y cuántos hombres llegaron a la isla. A lo largo del texto se menciona a más de 3.000 personas y más de 1.400 asentamientos. Se cuenta dónde se asentó cada colono y se detalla algo de genealogía.

Según el Landnamabók fueron 435 los primeros colonos en pisar Islandia, y se instalaron en las zonas norte y suroeste de la isla. Junto con las historias familiares de cada colono, el manuscrito cuenta algunas leyendas y anécdotas heroicas. Es por ello que esta pieza literaria se considera una obra monumental de la historia islandesa.

Además de Islandia, el archipiélago Svalbard pudo también haber sido descubierto por los vikingos hacia el año 1194. El nombre Svalbard se menciona por primera vez en las sagas nórdicas de los siglos X y XI.

La Heimskringla, una enciclopedia vikinga

Snorri Sturluson es posiblemente el personaje más importante a la hora de hablar de la historia de los vikingos y de la cultura nórdica. Más importante que cualquier rey o héroe mitológico. Sturluson fue un escritor islandés, además de jurista e historiador, que redactó entre los años 1220 y 1225 dos de los textos más importantes de la cultura escandinava: la Edda prosaica y la Heimskringla. La primera obra es un manual de poética para entender los poemas vikingos, y la Heimskringla es algo así como una enciclopedia que abarca 400 años de historia sobre las vidas de los reyes de Noruega. La palabra heimskringla se puede traducir como «el Círculo del Mundo», un título muy apropiado para un volumen de 16 sagas.

AM_45_FOL_OPSLAG.

También conocida como «Crónica de los reyes nórdicos», la Heimskringla es una recopilación de viejos relatos islandeses, procedentes como hemos apuntado de la tradición oral. Con esta obra, Sturluson nos acerca a la realidad social y política de la Europa septentrional, medieval y vikinga. En el siguiente enlace se puede acceder a una versión de la Heimskringla en inglés.

Una de las historias que se cuentan en este compendio es la del rey Harald III de Noruega, que a la edad de 15 años luchó en la batalla de Stiklestad junto con el rey Olaf II. Harald resultó gravemente herido en la lucha y tras recuperarse, huyó hacia los territorios del Oriente, por los que viajó durante más de una década. Vagó por Rusia, y en el año 1035 llegó a Constantinopla, donde prestó servicios en los ejércitos de Bizancio como miembro de la Guardia Varega, dejando un legado de grandes hazañas por el Mediterráneo: participó en muchas batallas, luchando contra árabes en Anatolia, así como en el sur de Italia y Bulgaria, donde fue apodado Boklgara brennir o «devastador de búlgaros». Fue apresado en 1041 por apoderarse de un botín que pertenecía al emperador Miguel V. Haciendo gala a su apodo, Harald se vengó y arrancó los ojos al propio emperador. En la Heimskringla se narra este hecho:

Ciego y con terribles defectos físicos se vio el Soberano y Señor de Grecia. Y el fulminante Príncipe de la Guerra conquistó oro y ricos botines.

.

Otra de las sagas más importantes de la Heimskringla es la Saga de los Ynglings, que cuenta la historia de la casa Yngling, el clan familiar y la dinastía de reyes vikingos más próspero de Suecia entre los siglos VIII y IX. Esta crónica narra cómo los Vanir, dioses nórdicos, llegaron a Escandinavia y fundaron la casa Yngling en la ciudad de Upsala. La historia de esta saga termina con el rey Ingjald illråde, que trasladó su dinastía a Noruega.

El Flateyjarbók y el descubrimiento de América

flateyjarbok

Escrito por dos sacerdotes entre los años 1387 y 1395, el Flateyjarbók es una de las obras más reclamadas por quienes buscan información sobre las sagas nórdicas o las leyendas vikingas. Contiene varias de estas historias, muchas relacionadas con descubrimientos, viajes por el mar y colonización de tierras desconocidas. Por ejemplo, la historia de las Islas Feroe y su colonización vikinga se conoce gracias a la Saga Færeyinga, que aparece recogida en el Flateyjarbók.

Mucho después de haberse escrito, en el año 1651, el rey Federico III de Dinamarca pidió que toda la gente de Islandia que tuviera manuscritos antiguos los entregara al rey danés. Desde entonces, el Flateyjarbók estuvo guardado en Dinamarca. En 1971 fue repatriado a Islandia como tesoro nacional islandés.

La Saga de los Groenlandeses

Erik el Rojo había nacido en Noruega, pero sus viajes más importantes los realizó partiendo de puertos islandeses. En el año 985 este líder de cabello pelirrojo partió con 25 naves hacia el Oeste, nunca antes ningún vikingo se había adentrado en esas aguas tan lejanas. Así llegó hasta las costas de una enorme isla a la que llamó Gronland, literalmente «Tierra Verde». Según cuenta la Saga de los Groenlandeses, contenida en el Flateyjarbók, Erik el Rojo regresó a Islandia con el objetivo de llevar más colonos a la «tierra verde», una región mucho más sugerente que la «tierra helada» de Island, que además en esos tiempos sufría una grave hambruna. Erik se estableció en la granja de Brattahlid, un lugar que en la actualidad es destino de turistas y en el que se ha reconstruido la vivienda de este legendario vikingo.

La Saga de los Groenlandeses narra la historia del descubrimiento de nuevas tierras en el Oeste por parte de vikingos islandeses, y además de la colonización de Groenlandia se menciona también el primer avistamiento de América. Tuvo lugar hacia el año 986. Bjarni Herjolfsson, que había pasado el invierno en Noruega, se dirigió a Islandia para reunirse con su padre, uno de los hombres de Erik el Rojo. Al llegar a la tierra helada de Island descubrió que su padre y otros muchos habían partido hacia una nueva costa, a poblar la tierra verde. Herjolfsson no sabía dónde quedaba Gronland, y las indicaciones que le dieron no debieron ser muy precisas, porque se embarcó en busca del paradero de su padre y se perdió.

Debido al desvío que tomó, Herjolfsson se convirtió en el primer europeo en ver la costa del continente americano. No llegó nunca a Groenlandia, pero al menos pasó a la historia por navegar junto a la Península del Labrador. Fue duramente criticado por no desembarcar en aquella costa boscosa, pero el objetivo de este marinero no era explorar, sino reunirse con su padre.

Los relatos e historias sobre aquella misteriosa y nueva tierra que había visto Bjarni Herjolfsson se contaron durante años. Los vikingos de Noruega, Islandia y Groenlandia no podían creer que Bjarni no hubiera intentado desembarcar en aquella costa. ¡No era propio de un vikingo! Alrededor del año 1000, estos relatos inspiraron a Leif Eriksson, uno de los hijos de Erik el Rojo, que se decidió a explorar los bosques que se adentraban en aquel nuevo continente.

Partió de su Groenlandia natal y se dirigió hacia el noroeste. Descubrió nuevas tierras, a las que fue llamando según las características de cada una de ellas. Por ejemplo, a la tierra de piedras planas la llamó Helluland («Tierra de piedras planas»), la actual Isla de Baffin. A la tierra poblada con densos bosques la denominó Markland, que en nórdico antiguo significa «Tierra de bosques». Hoy en día aquel territorio es la Península del Labrador, en Canadá. Se sabe que los vikingos de Groenlandia realizaron varios viajes en busca de madera hasta Markland.

1024px-Christian-krohg-leiv-eriksson

Finalmente, Eriksson terminó su viaje desembarcando en lo que llamó Vinland, una tierra donde azotaba el viento y abundaban las viñas. Se trataba de la actual Península de Terranova. El cuadro Leiv Eriksson oppdager Amerika, pintado por Christian Krohg en 1893, intenta reflejar el momento en el que Eriksson avista las verdes y desnudas costas de Vinland. Tras su descubrimiento, el vikingo regresó a Groenlandia para informar de su hallazgo. No regresó a América, y se quedó en la tierra verde de Gronland predicando el cristianismo.

En realidad los vikingos no llegaron a colonizar ninguna de las costas descubiertas por Eriksson, ya que sufrieron ataques de los pobladores originales, quizás algonquinos. El clima tampoco era muy favorable al asentamiento, y por ello se cree que el campamento de Leifsbúðir, en la actual localidad de L’Anse aux Meadows se abandonó a los dos años de haberse levantado, de la mano de Thorfinn Karlsefni. Aun así muchos regresaron al nuevo continente, como el hermano del propio Leif Eriksson, que terminó asesinado por los indios americanos.

Todos estos hechos se narran en la Saga de los Groenlandeses, una crónica del Flateyjarbók que ha servido para conocer los nombres de los primeros exploradores y las aventuras que vivieron. Los descubrimientos arqueológicos han verificado lo que se cuenta en esta saga, y actualmente ya se considera tanto a Erik el Rojo como descubridor y colonizador de Groenlandia como a Leif Eriksson como el primer europeo en pisar América.

Sin título

En el Flateyjarbók también se cuenta la historia del rey vikingo Olaf Tryggvason, al que en la imagen anterior se muestra matando a un jabalí y a un ogro marino, en una de las páginas de este libro. Óláfs saga Tryggvasonar es la biografía de este famoso rey, escrita en el siglo XII por el monje Oddr Snorrason en el monasterio de Þingeyrar, el más antiguo de Islandia, fundado en 1133. La obra original de Óláfs saga Tryggvasonar está perdida, y la historia ha sobrevivido gracias a dos textos copiados, traducidos al nórdico antiguo.

Esta saga cuenta la vida de Olaf Tryggvason, que fue un temerario vikingo en su juventud y que acabó convirtiéndose al cristianismo y dominando casi toda Noruega. El rey Olaf actuó como misionero del cristianismo principalmente en Noruega y en Islandia, recurriendo a la violencia si lo consideraba necesario (como buen vikingo). Murió alrededor del año 1000, en una batalla contra Dinamarca.