«Yo nunca me equivoco». Es lo que dijo el rey Carlos V a su relojero cuando éste diseñó un reloj en el que se marcaban las 16:00h con el número romano IV. Este rey de Francia no era apodado El Sabio por nada, y si él decía que las 16:00h se marcaban con un IIII, así debía ser. A partir de ese momento (quizás el año 1370), todos los relojes producidos en Francia marcarían las 16:00h con cuatro palitos, en vez de con la numeración romana tradicional.

Esta es la explicación más aceptada para resolver el misterio de por qué, todavía en la actualidad, podemos ver relojes que marcan las 16:00h con el IV y otros con el IIII. En el colegio a todos nos enseñaron que el 4 en números romanos se escribe IV, y nunca nos habíamos fijado en que pudiera representarse con cuatro palitos, como una evolución del III. Sin embargo, el número IIII aparece alrededor nuestro en muchas ocasiones diariamente: en el reloj en casa de nuestra abuela, en el reloj de nuestro ayuntamiento, en la torre de la iglesia, en la estación de tren… El extraño número IIII está por todos lados.

Reloj en Verona (Italia), con las 16:00h marcadas con un IIII

Además de la historia del relojero Henry de Vick y el reloj que Carlos V le pidió para la torre del Palacio Real hacia 1370 (reloj que, por cierto, sigue allí hoy en día), podemos encontrar otras historias que tratan de dar respuesta a esta curiosidad, como aquella que habla de un relojero suizo que fue condenado a muerte por su soberano por haber escrito el número cuatro como IIII en lugar de como IV. Como protesta por la ejecución de su compañero, todos los relojeros comenzaron a diseñar sus relojes con el IIII. Esta explicación parece más bien una leyenda o un rumor que ha sobrevivido a los siglos.

Otras explicaciones van más allá de hechos históricos. Una de las más aceptadas, por haber sido formulada por el Instituto Británico de Relojería, responde a una explicación de carácter estético: al parecer los relojeros, desde hace siglos, han considerado que los cuatro palitos (IIII) crean una simetría visual con el número opuesto en la esfera del reloj (el VIII) mucho más estética que el IV. Es decir, el IIII produce una sensación de armonía que el IV no consigue.

El reloj del Kremlin, en Moscú, presenta las 16:00h con el número romano IV

Otra teoría dice que el número IIII se ha mantenido por una superstición que tenían los romanos. Al ser IV las iniciales de IVPITER (el dios Júpiter), los romanos quizás podrían haber retirado esta forma y haberla sustituido por IIII, para no utilizar las iniciales del dios, algo inapropiado y blasfemo.

Hay estudiosos que han tratado de enfocar el asunto desde temas de simetría. De utilizarse el IIII se consigue la siguiente lógica: las cuatro primeras horas se representan con el símbolo I (I, II, III y IIII), las cuatro siguientes con el símbolo V (V, VI, VII, VIII) y las cuatro últimas con el símbolo X (IX, X, XI, XII). Se consigue así una simetría que sería alterada si se utilizara el símbolo IV. Esto ayudaría también a economizar el proceso de elaboración de los relojes, ya que para imprimir cada símbolo en la esfera se utiliza un molde.

Finalmente, la explicación puede ser más sencilla y deberse a una cuestión de comodidad a la hora de leer los relojes: escribir el IV podría provocar confusión con el VI, al estar ambos boca abajo. En cualquier caso es curioso que, estando rodeados de relojes a todas horas, la presencia del extraño número IIII suela pasar desapercibida entre la mayoría. ¡Será que siempre vamos con prisas y nos falta tiempo para fijarnos!