El concepto de Seguridad evoluciona: nuevas maneras de entender el mundo

Un cambio importante en la concepción del término Seguridad se dio tras la Segunda Guerra Mundial cuando los Estados invocaron la necesidad de preservar la “Seguridad nacional”. Esta nueva forma de entender (o de vender) la seguridad era en realidad una vieja idea que venía del S.XVI, del pensamiento de Maquiavelo: la “razón de Estado”, que justificaba las medidas excepcionales que un gobernante podía emprender en pos de la supervivencia del Estado. La Raison d’État había sido poco popular en las democracias del S.XX, pero en países como Estados Unidos se supo maquillar para presentarla como un asunto que afectaba e interesaba directamente a la sociedad civil. La Seguridad ya no era un asunto de los gobernantes o de las élites, era un problema nacional.

Durante la Guerra Fría el concepto Seguridad fue apropiado por el bando occidental, mientras que el bloque socialista, partiendo de la teoría marxista, prefirió hablar en otros términos, como ‘guerra’ y ‘paz’. La Seguridad asumió el lugar de la paz en el sentido tradicional de “prevención de la guerra”.

En los años ochenta, la Seguridad se convirtió en un campo de batalla académica. La ampliación del concepto suscitó diferentes opiniones. Había quienes creían que ampliar el concepto Seguridad era positivo (seguridad militar, seguridad económica, seguridad humana, seguridad ambiental…), y por otro lado existían autores que consideraban que esta ampliación hacía perder el significado del término y estropeaba su utilidad analítica.

Al acabar la Guerra Fría, los politólogos y académicos dejaron de hablar de tensiones Este-Oeste, pero los bloques no desaparecieron. La dicotomía Este-Oeste cambió a una división Norte-Sur. Bajo esa nueva concepción, se confirmó que la mayoría de los problemas que afectaban a la seguridad tenían lugar en países del Sur (países subdesarrollados o en desarrollo), y éstos ya no eran solo conflictos puramente bélicos. La Seguridad nacional había dejado paso a nuevos términos como Seguridad humana (temas de migraciones, refugiados…), Seguridad sanitaria (epidemias, enfermedades…) o Seguridad ambiental (gestión de residuos, contaminación…).

En la década de 1960 los movimientos sociales comenzaron a poner sobre la agenda internacional nuevas inquietudes que se alejaban de la tradicional preocupación por la Seguridad nacional. Desde el pacifismo hasta el feminismo, pasando por el ecologismo o el anticolonialismo. Corrientes que demandaban un cambio en el marco teórico y también a nivel práctico para actuar sobre otras dimensiones de la tan ansiada Seguridad.

LOS MOVIMIENTOS PACIFISTAS

En el marco de la Guerra de Vietnam, las calles de Estados Unidos se llenaron de jóvenes que protestaban contra la implicación de su país en el conflicto. Un grito de “¡No a la guerra!” que cambió las formas de manifestación callejera. La gente no creía que la guerra fuera la solución a los problemas de inseguridad. Había que apostar por otras formas de abordar estos temas. En el Reino Unido, un ejemplo de estas movilizaciones lo encontramos en 1958, cuando se organizó la Campaña por el Desarme Nuclear. En última instancia el pacifismo tiene una base política y ética que suele diferir con las de los gobernantes, por eso precisa de la manifestación para enfrentarse al discurso oficial.

Pero los movimientos y demandas callejeras no acababan con los problemas de inseguridad, había que que traducir esas ansias de cambio en actuaciones concretas, que terminaron por cristalizarse en una serie de instituciones y organizaciones. Además de la ONU, que se comenzó a implicar en sus misiones de paz, aparecieron una serie de países especialmente involucrados en los temas de seguridad. Japón, Canadá o Noruega lideran hoy en día el trabajo por la construcción de la paz. La mayoría de los institutos de investigación para la paz de Europa septentrional se establecieron en esa época, en las décadas de los sesenta y setenta. Actualmente en esta región del mundo se encuentran algunas de las instituciones más influyentes en este ámbito, como el Instituto de Investigación para la Paz de Copenhague (COPRI) o el Centro Noruego de Investigación para la Construcción de la Paz (NOREF).

Así, los movimientos sociales se vieron apoyados por una serie de instituciones que le dieron una base teórica y analítica, y que además comenzaron a hacer propuestas alternativas y concretas para abordar los temas de Seguridad. Durante los años sesenta se comenzó a hablar de la “pedagogía de la paz”, la apuesta por formas de socialización y educación diferentes, la promoción de valores como la solidaridad y la justicia social… etc.

LA DESIGUALDAD, UN PROBLEMA DE SEGURIDAD

En 1963 tuvo lugar la famosa Marcha sobre Washington, impulsada por Martin Luther King. El objetivo de esta movilización era la obtención de los derechos civiles para la población afroamericana. La situación de desigualdad en la que vivía este sector de la sociedad afectaba directamente a la seguridad del propio conjunto de la sociedad.

La violencia no se da únicamente en situaciones de conflicto o de guerra, por tanto la seguridad no tiene que ver únicamente con la lucha contra terroristas o con la protección de la supervivencia de un Estado ante amenazas de tipo bélico. Tal y como apunta el NOREF, el 25% de la población mundial está afectada por la violencia, es decir, vive en situaciones de violencia. Pero esto no significa que el 25% de la población viva en un estado de conflicto bélico.

Existe la violencia social, una violencia crónica en la sociedad actual, que era la que sufrían los negros en Estados Unidos cuando Luther King dio su famoso discurso en Washington. Una de las principales causas de esta violencia es la desigualdad socioeconómica, pero no es la única. Los procesos democráticos disyuntivos, el comercio ilegal, los efectos de los medios de comunicación de masas… son también causantes de la violencia crónica. Las principales víctimas se encuentran en los países del Sur, pero también hay violencia crónica en el Norte, en países desarrollados, en ciertos grupos sociales como los inmigrantes, los desempleados o la población excluida.

Los efectos negativos de la globalización, como los problemas de gobernabilidad o la desigual acumulación de capitales, también han generado violencia e inseguridad. Esta violencia crónica en las sociedades tiene profundas consecuencias, ya que genera comportamientos sociales negativos. Es más sencillo que una persona marginada entre en la esfera de la violencia, y de allí es muy complicado salir. Una realidad directamente relacionada con el tema de la seguridad, porque la violencia genera inseguridad en la sociedad.

Para proteger la seguridad de la sociedad hay que evitar que haya personas que vivan en situaciones de violencia crónica. Únicamente mediante programas de reinserción social y de lucha contra la exclusión se puede combatir este problema. También son importantes los procesos de educación para evitar fenómenos como la xenofobia o para terminar con el silencio de muchos agentes sociales, que prefieren no hablar de la violencia crónica.
Así pues, la seguridad no tiene que ver únicamente con la lucha contra terroristas o con la protección de la supervivencia de un Estado, sino que es un elemento fuertemente instalado en la dimensión social y en la vida cotidiana de muchas personas.

OTRAS DIMENSIONES DE LA SEGURIDAD

Las tensiones bélicas de la época no pudieron ocultar otras problemáticas mucho más cercanas para la sociedad, como los conflictos violentos de naturaleza social y civil, las catástrofes humanitarias, la pobreza y la exclusión, los problemas derivados del colapso de los estados, de los factores identitarios… una larga lista de asuntos que estaban relacionados con la Seguridad y que, sin embargo, no parecían tener lugar en la agenda de los gobernantes.

Durante los años setenta se comenzó a insistir desde la sociedad en lograr el equilibrio y el control ecológicos. Estas demandas se tradujeron en dos importantes acontecimientos: la creación del Club de Roma en 1970 y las resoluciones de la Conferencia de las Naciones Unidas de Estocolmo en 1972, centradas en temas ecológicos. En el caso de la Conferencia de Estocolmo, era la primera vez que una organización política internacional discutía como tema principal y único problema ambiental y las medidas para solución el problema de la crisis ecológica.

Directamente relacionada con la violencia social y la inseguridad humana está la Seguridad económica, ya que es el dinero el factor que, en última instancia, dota de seguridad a las personas, en el marco de un sistema materialista y basado en la importancia del capital. La relación entre pobreza e inseguridad se puso de manifiesto en la segunda mitad de la Guerra Fría, cuando el mundo entero pudo ver a través de la televisión las penurias que se pasaban en otros rincones del planeta. Fue entonces cuando la sociedad civil se organizó y demandó públicamente atacar esos problemas de inseguridad humana relacionados con la capacidad económica de las personas.

¿Qué era más probable, sufrir las consecuencias de un ataque nuclear de la URSS o sufrir las consecuencias de quedarse sin empleo? La inseguridad económica ocupaba un lugar mucho más importante entre las preocupaciones cotidianas de la gente que la inseguridad militar o la Seguridad nacional. Incluso la seguridad medioambiental o los problemas de género eran dimensiones más cercanas a la vida de las personas. Por ello había que dejar de luchar por la seguridad del Estado y empezar a pensar en la seguridad de las personas.