Las obras de arte más interesantes son aquellas que proponen un reto al espectador. Un reto que debe ser mental, y que ha de tratar de resolverse mediante la observación y el pensamiento. Con el aliciente de desenmascarar la verdad que esconde la obra, podemos quedarnos un buen rato frente a ella, disfrutando de un ejercicio que combina cultura, arte y reflexión.
Un buen ejemplo de este tipo de obras son las pinturas del artista Rob Gonsalves, que se difunden por la red con viralidad y rapidez al tiempo que plantean quebraderos de cabeza con escenas imposibles y juegos de perspectiva. El genio de Gonsalves nos regala realidades múltiples en una misma imagen. Tratar de adivinar cuál es la realidad real y cuál la realidad soñada es el reto que debemos afrontar. Seguramente nunca consigamos conocer la verdad, pero por el camino llenaremos nuestra cabeza de colores y sensaciones que nos harán esbozar una sonrisa de satisfacción.
La obra de Gonsalves se enmarca dentro del género del realismo mágico, que se basa en la aceptación e inclusión de elementos mágicos en un mundo de elementos racionales. Es un concepto sencillo, pero que deriva en obras y expresiones artísticas complejas y llenas de significados.
El término ‘realismo mágico’ fue utilizado por primera vez en 1925 por el crítico de arte alemán Franz Roh, quien aseguró que este tipo de obras retrataban fielmente el exterior de un objeto, y al hacerlo, se revelaba el espíritu o la magia del mismo.
El realismo mágico es una corriente presente especialmente en la literatura, y muy concretamente en la literatura latinoamericana, donde muchos críticos consideran que nació el género. Algunos de sus principales exponentes son el colombiano Gabriel Garcia Marquez, el guatemalteco Miguel Ángel Asturias o el peruano Mario Vargas Llosa, todos ellos galardonados con el Premio Nobel de Literatura.
Aplicado a la pintura, el realismo mágico es un estilo que ha tenido entre sus filas a artistas como Frida Kahlo (1907-1954), que no quiso ser catalogada como surrealista porque no pintaba sueños, sino su propia vida; también a Jared French (1905-1988), que pintaba cuadros llenos de estatuas y misterios, y a George Tooker (1920-2011), que presenta temas de manera fotográfica pero con perspectivas ambiguas que sugieren realidades imaginadas.
Nacido en Toronto en 1959, Rob Gonsalves se dejó influenciar por la obra de Salvador Dalí (1904-1989), de la que tomó prestado la creación de escenarios imposibles y la mezcla entre realidad y fantasía en un mismo plano. También es importante la influencia de Yves Tanguy (1900-1955), pintor surrealista francés que, con obras como ‘Números Imaginarios’ (1954), presentó realidades distorsionadas y oníricas, o del belga René Magritte (1898-1967), que pretendía cambiar la percepción precondicionada de la realidad y forzar al observador a hacerse hipersensitivo a su entorno.
Sin embargo la mayor influencia se observa en Maurits Cornelis Escher (1898-1972), pintor holandés que incluyó el orden matemático a sus dibujos y nos dejó interesantes obras como ‘Cascada’ (1961), en las que desafía la lógica de la física y la perspectiva. Con la lámina ‘Día y noche’ (Escher, 1938) encontramos la mejor influencia que luego perfeccionó y coloreó Gonsalves.
Rob Gonsalves ganó el Governor General’s Award en 2005 por sus ilustraciones para libros infantiles. Entre sus libros ilustrados destaca la serie ‘Imagine a Night’ (2003), ‘Imagine a Day’ (2004), ‘Imagine a Place’ (2008) y ‘Imagine a World’ (2015).
De manera chocante, el 14 de Junio de 2017 saltaba la noticia de que Rob Gonsalves se había suicidado. El artista decidió acabar con su vida a los 57 años. Había sido escritor, pintor y músico, y si bien la crítica no le había detectado a tiempo, pudo sentir el reconocimiento del gran público, difundiendo su obra a través de la red.
Gonsalves nos ha dejado una obra que plantea el mundo desde otra perspectiva. Ni siquiera sabemos si lo que dibuja es el mundo real, pero no importa: la clave está en la forma en que se mira la realidad. Cada vez que nos encontramos ante una obra del realismo mágico debemos pensar en qué elementos nos dan la idea de magia, cuáles nos hacen pensar que se trata de una realidad y en qué trata de expresar el artista.
Además de buscar significado -o significados- a la obra, también es entretenido localizar el punto concreto y exacto en el que una realidad da paso a la otra. De nuevo, no es necesario pensar que una realidad es más real que la otra: simplemente pueden ser dos realidades que coexisten, y que en un determinado momento se fusionan y se hacen indistinguibles.
La física cuántica se ha encargado de demostrar que dos realidades diferentes pueden coexistir al mismo tiempo y en lugares distintos, sin embargo llegar a comprender la ciencia detrás de la superposición, la coherencia o la relatividad es muy complicado. Es mucho más sencillo y placentero disfrutar de esta impresionante cualidad de la Naturaleza a través del arte. Y la obra de Rob Gonsalves es perfecta para imaginar mundos lejanos que conviven con nosotros sin que lo sepamos.