El viento soplaba con fuerza, como queriendo adelantar la llegada del Santa María a la costa americana. La tripulación llevaba un mes encerrada en esa caja flotante de madera, un galeón español construido en los astilleros de Cádiz, y todos ansiaban poder pisar tierra firme tras tantos días en la mar. Para muchos no dejaba de ser curioso tanto viaje para ir desde el sur de España hasta Valladolid. «Un par de burros habrían bastado» bromeaban los marineros.
Sin embargo Valladolid, la villa castellana que en esos años era capital del Imperio Español y que descansaba en la orilla del río Pisuerga, no era el destino del Santa María. Si habían zarpado desde Cádiz era para dirigirse a otra Valladolid, una que se encontraba mucho más lejos, fuera del Viejo Continente. Al otro lado del Océano, en la profunda selva del Yucatán, la península que daba la entrada a México, existía una joven ciudad de poco más de 60 años, bautizada por Francisco de Montejo como Valladolid, en honor de la principal ciudad del Imperio.
Desde el año 1543 coexistieron en el mundo dos ciudades de mismo nombre, un hecho que con el paso del tiempo se fue repitiendo y extendiendo, especialmente con los nombres de villas españolas. Los conquistadores sembraron el Nuevo Mundo con la fundación de ciudades «repetidas», de forma que en la actualidad encontramos varias Méridas, Barcelonas, Valencias, Sevillas, o Zaragozas repartidas por todo el globo, desde el Caribe hasta Filipinas, pasando por Estados Unidos o Sudamérica.
En los siguientes mapas realizados por elordencultural.com se repasan algunos de los topónimos que nacieron en España y que se expandieron por distintos países, especialmente países americanos. Más adelante analizamos en profundidad cómo se reparten los nombres de localidades españolas por todo el mundo.
Si bien es un ejercicio de curiosidad sin más intenciones, lo cierto es que podemos extraer bastante información y conocimiento de esta investigación toponímica. Atendiendo a cómo se reparten los toponimios de origen español estamos viajando por la historia, conociendo el impacto cultural que tuvo la llegada de los conquistadores españoles en tierras lejanas.
La siguiente tabla recoge todos los países donde podemos encontrar localidades cuyo nombre procede de una ciudad española. Muy posiblemente no estén todas las ciudades que cumplen ese requisito, pero por razones de espacio hemos escogido únicamente aquellas que tienen más de una «hermana» en un país extranjero. Hay cientos de ciudades con nombre de localidad española en el mundo, tal y como se evidencia en esta base de datos la mayoría de ellas se encuentran en países latinoamericanos.
Aunque la tabla es bastante explicativa, podemos hacer zoom en algunos datos y comentar que, por ejemplo, hay once países en el mundo (además de España) donde existen pueblos o ciudades llamadas Málaga, o que Colombia tiene hasta 17 localidades nombradas con topónimos españoles. Existe un Burgos en México, así como un Oviedo en la República Dominicana. También hay varias Salamancas en el mundo, incluido en Chile, donde únicamente existe esta ciudad nombrada con topónimo español (Salamanca). En Estados Unidos vemos muchísimos pueblos grandes que recuerdan a lugares de la Península Ibérica, como Toledo, Valencia, Sevilla o incluso Pontevedra.
Es curioso ver que existen localidades llamadas Málaga en Noruega y en Papúa Nueva Guinea, y sorprende saber que Murcia también está en Filipinas. Este trabajo permite conocer hasta qué punto la extensión del Imperio Español tuvo influencia en la cultura de varios países, que posiblemente sin saberlo tienen actualmente ciudades «españolas» en su red urbana. ¿Qué pensará un filipino que viva en Murcia?
El caso de Filipinas
En Colombia encontramos diecisiete lugares llamados con nombres de ciudades españolas, en Estados Unidos la cifra llega hasta los trece. Pero lo que más sorprende es que sea Filipinas, un país asiático a 12.000 kilómetros de España, el país en el que más se han utilizado topónimos españoles para nombrar a sus pueblos y ciudades. En Filipinas hay ciudades que se llaman Segovia, Pamplona, Zaragoza, Valladolid, Mérida, Madrid, Cádiz… y todo viene del S.XVI.
Como cuenta el profesor Carmelo Mesa-Lago: «En 1564 comenzó la colonización española, que duró más de 300 años. Para que los frailes pudiesen identificar a los nativos les dieron a escoger de una lista de nombres castellanos, que aún hoy perduran en los filipinos y en las calles; pero el castellano no logró sustituir a los dialectos indígenas. Manila floreció con los galeones que intercambiaban especies y mercancías chinas por el oro y plata mexicanos desde el puerto de Acapulco, pero el lucrativo intercambio desapareció a fines del siglo XVIII. La derrota española en la guerra hispano-cubana-americana provocó la pérdida de Cuba y Filipinas en 1898. Durante la colonia de Estados Unidos se implantó el inglés como lengua oficial enseñada en las escuelas. Hoy casi nadie habla castellano, aunque la élite educada lo domina. La lengua principal es el tagalo, con palabras españolas mezcladas que muchos filipinos creen parte del idioma vernáculo.»
Aquellos frailes y conquistadores que ocuparon durante tres siglos estas islas no sólo dejaron vocabulario y religión, también fundaron (o renombraron) las ciudades que hoy recuerdan a lugares de España.