La vida de los urbanitas: Barcelona

un artículo de Pau Oliva

Urbanitas y Rusticitas; la primera palabra identificaba al conjunto de normas cívicas de las urbes de la antigua roma, mientras que la segunda se asociaba a un comportamiento falto de educación y modales, característico entre los habitantes del medio rural. Así pues, el urbanita era aquél ciudadano educado, estricto cumplidor de las normas y leyes a las que estaba subordinado, mientras que, por el contrario, aquél ciudadano iletrado y de modales poco refinados era llamado rusticus. Para los ciudadanos romanos, a diferencia de los esclavos, vivir en la ciudad comportaba, además, ciertos privilegios, como el derecho a la participación política. Al mismo tiempo, los derechos se ampliaban de forma proporcional a la fortuna del ciudadano, de tal forma que la ciudadanía romana se dividía en varias clases, perteneciendo a una u otra según origen de nacimiento y fortuna.

Hoy en día, podríamos suponer que las diferencias entre los habitantes de la ciudad y los de zonas rurales no son tan acuciadas como lo podían ser en el imperio romano. Podemos encontrar a personajes poco dados al cumplimiento de normas y leyes tanto en las urbes como en el campo. Además, tanto unos como otros gozan de los mismos derechos, si bien, según el sistema electoral, el voto de unos puede tener más peso que el de los otros. El urbanita romano se relajaba en las termas, se divertía en el teatro, anfiteatro, o en el circo, según sus obligaciones y poder adquisitivo. Para el urbanita actual la oferta de ocio y relax es mucho más amplia, pero al igual que su ancestro romano, la oferta se ve limitada por sus obligaciones y poder adquisitivo, pero no por su ciudadanía; el poder adquisitivo y la economía de mercado han sustituido (o por lo menos reducido la barrera de entrada en relación a) la necesidad de disponer de ciudadanía para gozar de los servicios que el sector privado ofrece. La producción económica, en la antigua ciudad romana, se dividía en tres sectores; manufactura, comercio, y servicios. Esos tres sectores, exclusivamente ubicados en ciudades, ocupaban, en conjunto, un máximo del 20% de la población del imperio, pues el 80% restante era empleada en el sector agrícola.

Tras ese esbozo de las condiciones económicas de los ciudadanos de las urbes romanas, cabe preguntarse por las condiciones económicas de los ciudadanos de las urbes actuales, los actuales urbanitas. Para tal fin se analizarán a continuación varios datos referentes a la población residente en la ciudad de Barcelona, otrora conocida bajo el nombre de Barcino, antigua colonia romana fundada con la finalidad de adjudicar tierras entre los efectivos jubilados del ejército romano.

La actual división por sectores económicos sustituye la manufactura por la industria, y el comercio se encuentra integrado en el sector servicios. En ese sentido, en Barcelona, en 2015 el sector servicios empleaba al 85% de su población ocupada.

Si el morador de las ciudades imperiales romanas se presuponía instruido, ¿se podría esperar lo mismo de los urbanitas de la Barcelona actual? La media de la ciudad se sitúa en un 32% de individuos mayores de 16 años en posesión de un título de estudios superiores (Bachiller, Formación Profesional, Universitaria, etc). Ahora bien, los datos desagregados por barrios muestran una imagen poco homogénea. En ese sentido, en el siguiente mapa interactivo se puede observar el porcentaje de población con estudios superiores por barrio.

Habitantes mayores de 16 años en posesión de un título de estudios superiores. Por barrio, Barcelona

Según los datos observados, correspondientes al año 2015, existe una diferencia de un 1200% entre el valor más alto y el más bajo, encontrándose este último entre la población del barrio de La Marina del Prat Vermell, de la cual sólo un 4,2% se encuentra en posesión de un título de estudios superiores, frente al 52,8% de la población de la Vila Olímpica del Poblenou.

La diferencia tan acuciante no puede ser atribuida a una brecha generacional, puesto que el 41% de la población de La Marina del Prat Vermell se encuentra en la franja de edad de 16 a 45 años, mientras que en la de la Vila Olímpica del Poblenou el 39% de su población se ubica en esa misma franja. Tal y como se mencionaba, el bajo porcentaje de estudios no se puede atribuir al hecho que la población esté conformada por individuos de edad madura y/o avanzada, por lo que se descarta la falta de recambio generacional, ya fuera por baja fertilidad o bien porque los individuos más jóvenes se trasladasen de barrio al obtener unos estudios superiores, pues los jóvenes están allí, pero sin estudios.

A continuación se analizará el poder adquisitivo de los urbanitas barceloneses, tomando para ello los datos desagregados por barrio. No se mostrarán los datos en crudo, sino que se realizará un ejercicio comparativo, eso es, se calculará el poder adquisitivo de los habitantes de cada barrio en relación a su capacidad para adquirir ciertos productos: las rentas más elevadas podrán adquirir tales bienes con menor esfuerzo que las rentas más bajas. Ese esfuerzo se calculará en años, eso es, se calculará cuántos años tardaría un habitante de cada barrio a adquirir ciertos productos destinando para ello el 30% de sus ingresos. Los datos referentes a las rentas por barrio se han calculado a través del Índice de Renta Familiar de Barcelona (RFB) correspondiente al año 2014, publicado por el Departamento de Estadística del Ayuntamiento de Barcelona. El índice calcula los ingresos de los que disponen los habitantes de un territorio para destinarlos a ahorro o consumo.

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Los productos escogidos como elemento comparativo entre los barrios son dos: el primero se trata de una autocaravana modelo “1986 Fleetwood Bounder”, como la que utilizaba Walther White para conseguirse unos ingresos extra con sus guisos. El segundo producto es un vivienda de 75,5m2 ubicada en el mismo barrio.

Heinserberg, los barrios de Barcelona y el ahorro

¿Cuánto tiempo tardaría un habitante de cada uno de los barrios de Barcelona en adquirir el mismo modelo de autocaravana que aparecía en Breaking Bad? El cálculo se ha realizado teniendo en cuenta un ahorro del 30% de sus ingresos y una actualización proporcional entre precios, ingresos y ahorro.

Por lo que al modelo de autocaravana se refiere, es posible encontrarlo en el mercado de segunda mano estadounidense, con un precio (en febrero de 2015) de 9.599$, lo que al cambio serían 8.623€. Así pues, en el siguiente mapa interactivo se puede visualizar el tiempo que los habitantes de cada barrio necesitarían para conseguir sentarse al mando del laboratorio móvil de White.

MAPA: Años de ahorro necesarios para adquirir una autocaravana modelo “1986 Fleetwood Bounder” por barrio, Barcelona. FUENTE: Open Data Bcn

Los dos extremos se localizan en Pedralbes y Trinitat Nova: un habitante de Pedralbes debería ahorrar 7 meses para poder conseguir la autocaravana, mientras que un habitante de La Trinitat Nova tendría que hacerlo durante 4 años y 3 meses, eso es 6 veces más tiempo que su vecino.

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Living in a Box (in a concrete box)

El 51% de las viviendas de Barcelona disponen de una superficie habitable de entre 61m2 y 90m2. Siendo 75,5 (m2) la mediana del intervalo. Escogida esa medida como superficie, se ha calculado el tiempo que necesitaría ahorrar un habitante para comprarse una vivienda de segunda mano de esas características en su mismo barrio. Para ello se han utilizado los datos referentes al precio medio del metro cuadrado de vivienda de segunda mano correspondiente a cada barrio en el año 2014.

Años de ahorro necesarios para adquirir una vivienda de 75,5m2 en el mismo barrio

También en esta ocasión el valor más alto y más bajo se encuentran en Pedralbes y en Trinitat Nova, respectivamente: un habitante de Pedralbes necesitaría ahorrar el 30% de sus ingresos durante 24 años y 4 meses para poder adquirir un piso de 75,5m2 en su propio barrio, mientras que un habitante de Trinitat Nova necesitaría 69 años y 4 meses para comprarlo en el suyo.

Si bien el patrón se ha reproducido en este ejemplo del mismo modo que en el anterior, en muchos otros barrios no ha sido así: un habitante del barrio del Turó de la Peira, por ejemplo, necesitaría 2 años y 11 meses para poder adquirir la autocaravana, y 58 años y 1 mes para adquirir la vivienda, mientras que en el caso del barrio de Torre Baró, la adquisición de la autocaravana necesitaría un ahorro de 3 años y 3 meses, y la compra de la vivienda necesitaría un ahorro de 47 años y 2 meses. Así pues, el precio del m2 puede no estar relacionado con el poder adquisitivo de los habitantes del barrio, lo que puede ser un buen indicador de gentrificación.

Olvidarse del hormigón

Las diferencias entre urbanitas y rusticitas se han concentrado en el espacio, a diferencia del Imperio Romano, donde las características de los habitantes del campo y los de la ciudad creaban mundos aparte. En la ciudad romana, los ciudadanos más pudientes y letrados vivían en casas unifamiliares o domus, situadas en el centro de la ciudad, donde se concentraban la actividad económica y los edificios públicos. Los ciudadanos con menos recursos, por otro lado, vivían en pisos o insulaes, situados en zonas más alejadas, pero dentro de la ciudad. Las villas, por otro lado, eran aquellos complejos residenciales o grandes viviendas de lujo situadas fuera de las urbes, normalmente rodeadas por grandes extensiones de terreno cultivable.

A día de hoy, en Barcelona, las zonas más ricas no se encuentran en el centro de la ciudad, tal y como sucedía en las ciudades de la roma antigua, sino que se encuentran en la periferia: Pedralbes, Vallvidrera, Sarrià. Lo mismo sucede con las zonas más pobres, pues estas se encuentran también alejadas del centro de la ciudad: La Trinitat Nova, Ciutat Meridiana, Vallbona.

Del mismo modo, las zonas con altas tasas de estudios superiores coinciden con aquellas que disponen de un mayor acceso a la adquisición de los productos aquí planteados. Al final, quizás, lo mejor sería olvidarse del hormigón, y centrarse más en los estudios y la autocaravana, para adentrarse, por lo menos de vez en cuando, en aquél desierto.

un artículo de Pau Oliva