Cuando encendemos la televisión, ponemos la radio o abrimos una revista, ya ni nos sorprende encontrarnos con anuncios publicitarios. Es un elemento más de nuestras vidas, y más aún cuando queremos consumir medios de comunicación y entretenimiento. Hoy en día, esos dos servicios (información y entretenimiento) están ligados a la existencia de la publicidad.
En los periódicos, en las series de televisión, en los espacios del parte meteorológico, en los programas, en los bordes de las páginas web… Los anuncios aparecen en todas partes. Y es inevitable encontrárnoslos, porque somos ciudadanos que consumimos muchos medios de comunicación. Tanto en papel como en formato digital. Y aunque nos hemos acostumbrado a ella, lo cierto es que a poca gente le gusta o le agrada la publicidad. Nos quejamos cuando nuestro programa favorito se detiene para dar paso a los anuncios y nos fastidia mucho cuando queremos entrar a tal web y aparece un cartel gigante que nos invita a ser clientes de un banco o a comprar ese coche. La publicidad es incómoda para nuestros ojos y, aun así, entra a través de nuestras retinas continuamente.
Además de por ser consumidores de medios de comunicación y entretenimiento, es imposible evitar la publicidad porque, en ocasiones, ésta es excesivamente agresiva. Como podemos observar en el siguiente ejemplo, el espacio publicitario utilizado en la página central del diario Publímetro es incluso mayor que el cuerpo de la propia noticia:
Este caso nos sirve para hacer unos cuantos comentarios sobre el papel de la publicidad en los medios de comunicación. La promoción de una película de acción, disparos y explosiones como Transformers, podría haber figurado en la sección de deportes, en la sección de pasatiempos o incluso en la propia sección de cartelera. Pero no. Lo han colocado junto a la noticia del conflicto entre Israel y Gaza, donde también hay acción, disparos y explosiones. Y no es una casualidad, es una clara estrategia de márketing para atraer más la atención de los consumidores.
Lo criticable, además de la falta de ética por aprovechar un conflicto para promocionar un producto, es que se puede transmitir la idea de que lo que ocurre en Gaza es igual que una película de ficción. En el subconsciente de los lectores puede quedar que hay cierto interés en la guerra y que incluso ‘mola’ todo eso de lanzar cohetes, hacer explosiones y ‘jugar a la guerra’. En la película de Transformers ‘mola’ mucho. ¿Por qué no iba a ‘molar’ también en la realidad? En Hollywood hacen tan ‘guays’ las guerras…
A parte del ‘dónde’, es denunciable en este caso el ‘cómo’ se presenta la publicidad. En el ejemplo del diario Publímetro y anuncio de Transformers, la publicidad adquiere más importancia visual que la noticia de la que se habla. Lo primero que se observa al abrir las páginas del periódico es el anuncio y, más tarde, la información de la noticia. En este sentido, es interesante resaltar que, para los propietarios de los medios de comunicación, muchas veces es más importante dar prioridad a la publicidad que a las noticias.
Confirmando esta realidad, podemos plantearnos varias dudas: ¿hasta qué punto tienen influencia los anunciantes sobre los medios de información? ¿Es más importante la ética profesional del periodista o el beneficio económico del empresario que posee el periódico o la cadena de televisión? ¿El uso de publicidad agresiva puede entenderse como una forma más de manipulación de la información o de desviación del interés social? ¿Debería ser obligatorio exigir ciertos niveles de moralidad a los medios de comunicación, que tienen una función social importante? ¿Se debe regular la publicidad? ¿Son libres los periodistas para escribir lo que quieran o dependen de las decisiones de unos jefes, que a su vez, están bajo la influencia de las empresas que les financian a través de la publicidad?