La Geografía moldea el territorio a su antojo, beneficiando a algunos países y perjudicando a otros. De esta manera, mientras hay naciones pobres en recursos naturales, hay otras que gozan de importantes riquezas.

Una de las regiones más beneficiadas por la Geografía es el Gran Oriente Medio, que abarca desde los Estados del Norte de África hasta la ribera del río Indo, pasando por el tradicional Oriente Medio y por el Cáucaso. En esta gran región también se puede incluir Somalia e incluso algunos países de Asia Central.

La Geografía del Gran Oriente Medio se caracteriza por la presencia de vastos desiertos, altas montañas y extremas temperaturas. En este duro hábitat conviven más de 700 millones de personas.

En un discurso en Noviembre de 2003, el presidente George W. Bush señaló a esta región como un espacio caracterizado por la falta de libertades, por los gobiernos autoritarios y por ser un caldo de cultivo de terrorismo. Ante esta situación, Estados Unidos se vio en la obligación moral de adoptar una política activa para instalar la libertad en la región.

Lo que no señaló el Gobierno estadounidense a la hora de justificar la intervención en el Gran Oriente Medio fue un factor que caracteriza a los países de esta región: todos ellos son países beneficiados por la Geografía, y que cuentan con importantes reservas de recursos naturales (minerales, petróleo, gas…). El objetivo de instaurar democracias y libertades en el Gran Oriente Medio es sin duda una misión venerable, pero es inevitable ver otro tipo de intereses menos honrados.

En el mapa «Geografía del Caos» observamos una más que curiosa correlación entre la distribución de las posiciones militares estadounidenses y la localización de los yacimientos petrolíferos. Importantes países petroleros como Kuwait, Iraq, Qatar o Arabia Saudí albergan bases militares y tropas del Ejército de Estados Unidos. De la misma manera, las riquezas minerales de Afganistán están bien protegidas por los americanos, que vigilan con cuidado la producción de opio más importante del mundo.

La distribución de la fuerza militar estadounidense no sólo se relaciona con la presencia de recursos naturales, sino con las localizaciones geoestratégicas. Así, la flota estadounidense tiene presencia cerca de los puntos marítimos más importantes de la región: el Estrecho de Ormuz, el Canal de Suez, el Estrecho de Gibraltar o el Estrecho de Bab Al-Mandeb, en Yemen. También hay tropas estratégicamente colocadas en Asia Central, en Kirguizistán y Tayikistán, para controlar una zona montañosa donde confluyen los intereses de importantes contrincantes como Rusia o China. Por otro lado, las tensiones en el corazón de Oriente Medio (Siria, Israel, Iraq…) están bien controladas con bases en Turquía, Chipre y Jordania.

Es una distribución que responde a la lógica de una partida de ajedrez. Cada ficha y cada movimiento son cuidadosamente pensados y tienen una función que cumplir. Lamentablemente, esa función no tiene nada que ver con la instauración de libertades ni con la difusión de la democracia. Hay un interés superior, mucho más importante: controlar las riquezas naturales con las que la Geografía ha bendecido (o condenado) al Gran Oriente Medio.