El mundo se compone de países. Una afirmación simple, pero que supone toda una serie de complejas consecuencias. Teniendo en cuenta que cada país necesita un territorio sobre el que existir, eso implica que el territorio del planeta está ya «adjudicado» y repartido entre los países que componen la comunidad internacional. Así, el mundo es una gran parcela de tierra ocupada por varios dueños, vallada y cercada mediante fronteras. Fronteras artificiales, pero al fin y al cabo efectivas. Cuando observamos un mapa podemos comprobar que todo el territorio mundial está pintado ya de un color, y corresponde a una u otra nación. Sin embargo, existen tres zonas concretas del globo que no pertenecen a ningún país: las llamadas terras nullius. Son Tierra de nadie.
Estas «Tierras de Nadie» no son propiedad de ninguna persona, institución, organización, nación o gobierno. No pertenecen a nadie y no son reclamados por nadie. Es importante esta diferenciación, porque en el escenario internacional existen multitud de regiones reclamadas por varios países, que pertenecen a un gobierno pero están en disputa. En los tres casos que presentamos a continuación, son porciones de tierra que no parecen interesar a nadie. No tienen propietario y ningún país está interesado en ocuparlas.
El pedazo de hielo más lejano
La primera Tierra de Nadie a la que viajamos es la conocida como Tierra de Marie Byrd, bautizada así en 1929 por el almirante estadounidense Richard Byrd en honor a su esposa. La trivialidad del nombramiento de esta región es acorde a su poca importancia: es un trozo de tierra que nadie quiere. Es la zona menos accesible de la Antártida, y aunque todavía ondea una bandera de Estados Unidos, lo cierto es que formalmente este país no ha reclamado su soberanía.
Lo más curioso que encontramos a lo largo de los miles de kilómetros de extensión de Tierra de Marie Byrd es que hay zonas en las que individuos particulares han proclamado nuevos países. Es el caso del Reino de Talossa, un país fundado en 1979 por un adolescente estadounidense, y que reclama cierto territorio de Tierra de Marie Byrd. Desde sus ordenadores en sus habitaciones, otras personas han aprovechado el vacío legal de esta zona del mundo para crear países como el Gran Ducado de Westarctica o el País de la Tierra de María Byrd. Todos ellos son micronaciones no reconocidas por ningún otro país ni organización internacional. En todo caso son curiosas anécdotas que pueden hacernos reflexionar sobre los vacíos legales que suponen las Tierras de Nadie.
«¡Es tuyo!» «¡No, es tuyo!»
Como si de una escena cómica se tratase, la siguiente terra nullis que visitamos es una pequeña porción de desierto que tanto Egipto como Sudán tratan de adjudicarse… para el otro. Egipto no quiere tener el área llamada Bir Tawil, y Sudán tampoco. En realidad la disputa importante es sobre una región más grande llamada Triángulo de Hala’ib, por la que los dos países sí que tienen serios enfrentamientos diplomáticos. Lo que ocurre es que el pequeño trozo de Bir Tawil sirve como excusa para cada país para adjudicarse el Triángulo de Hala’ib. Egipto dice que Hala’ib es suyo porque Bir Tawil es de Sudán, y Sudán dice que de eso ni hablar: que Bir Tawil es de Egipto y que el Triángulo de Hala’ib es suyo. Una curiosa situación que deja a Bir Tawil como una tierra de nadie y no reclamada por nadie.
En el año 2014, el ciudadano estadounidense Jeremiah Heaton realizó una expedición hasta la zona de Bir Tawil y clavó una bandera que él mismo había diseñado. Reclamó ese trozo de tierra y proclamó el nuevo Reino de Sudán del Norte, un pequeño país que se asentaba en ese rincón en la frontera entre Egipto y Sudán. Ambos países no hicieron mucho caso a la loca idea del señor Heaton, que sin embargo ha dado entrevistas asegurando que en el Reino de Sudán del Norte ningún ciudadano pasa hambre y el gobierno apuesta por un desarrollo ecológico y sostenible. Heaton se autoproclamó rey, pero prefiere vivir en la comodidad de su casa de Virginia. Mientras tanto el territorio de su país sigue vacío y tranquilo, en mitad del desierto.
Creación aprovechando la confusión
Más complejo y serio es el último caso de terra nullis que encontramos en el panorama internacional. La frontera entre Serbia y Croacia está más o menos dibujada por el trazo del propio Danubio, pero eso no ha impedido que existan disputas sobre ciertas porciones de territorio. Existen varias zonas a ambos lados del río reclamadas tanto por Croacia como por Serbia. Esto no sería nada destacable si no fuera porque hay un trozo concreto de tierra que ninguno de los dos países parece haberse acordado de reclamar: la zona de Siga, en el lado croata del Danubio. Aprovechando este olvido, en 2015 el ciudadano checo Vít Jedlicka reclamó esa parcela y fundó un nuevo país: Liberland.
Posiblemente Liberland sea la micronación más famosa. Jedlicka fue muy hábil a la hora de publicitarse, y creó una Constitución y hasta una moneda para el joven país. En la actualidad Liberland ha sido reconocido por Somalilandia. Desde la página web de Liberland se puede pedir un certificado de ciudadanía liberlandés (sí, este país también tiene su gentilicio), algo que ya han hecho 200.000 personas. Gracias a este pequeño país, cualquier puede disfrutar de dos nacionalidades, aunque una sea únicamente reconocida en una parcela de siete kilómetros cuadrados a orillas del Danubio.