Edad Contemporánea (4): Napoleón, Congreso de Viena y Nacionalismos

Hemos terminado la Revolución Francesa, de la que surge Napoleón. Una vez nombrado emperador, se pone como objetivo acabar con sus enemigos, tanto ideológicos (las potencias absolutistas europeas) como comerciales (Inglaterra). En 1805 tiene lugar la Batalla de Trafalgar, que supone una primera derrota de Napoleón contra los ingleses. La flota anglo-española no puede con la del almirante Nelson. Esto supone la toma de control por parte de los ingleses del mar. Así pues, Francia ya no va a poder ocupar Inglaterra. Lo que se propone entonces Napoleón es ahogar a los ingleses comercialmente. Su objetivo será controlar todos los puertos desde San Petersburgo hasta Lisboa, para que los ingleses no puedan comerciar con el resto de Europa.

Después de varias batallas, se firman la Paz de Tilsit y la Paz de Viena, ambas en 1807, así, Napoleón controla Europa. Ha vencido a los prusianos y al imperio austríaco. Empieza a repartir a sus familiares en los tronos de las potencias vencidas y así se asegura el control de todo el continente. Por ejemplo, pone a su hermano José en el trono español, y en Italia y en Holanda hace lo mismo. Aunque parecía que todo estaba bajo control, llegaron los problemas para Napoleón. Problemas interiores y problemas exteriores. De los problemas interiores, hablemos en primer lugar del problema del comercio, porque bloquear el comercio de los ingleses tenía un efecto recíproco, que afectaba tanto a ingleses como a comerciantes europeos, y eso no gustaba en Francia, donde había comerciantes que se veían afectados por esa política de bloqueo total a Inglaterra. A parte de la cuestión del comercio, existía el problema de las levas, que eran muy mal vistas por la sociedad. Las levas consistían en sacar a gente campesina del campo para colocarla en el ejército. Muchos hombres que vivían tranquilamente en sus pueblos se vieron de pronto en el frente ruso, y eso no gustaba a la opinión pública. Y el tercer problema fue la Iglesia. Napoleón era quien elegía a los obispos y el Papa, en un principio, para que todo fuera bien, tenía que dar el visto bueno, pero el Papa en ese momento no estaba muy contento con lo que estaba haciendo Napoleón y lo que hacía era sancionar las decisiones del Emperador. Así pues Napoleón detiene al propio Papa, poniéndose inmediatamente contra él toda la opinión pública católica (que tenía mucho peso en la sociedad).

Los problemas exteriores eran tan importantes como los interiores, y se encontró con situaciones incontrolables como la guerra civil que se desató en España al entrar los franceses. Fue una guerra sangrienta que enfrentó a afrancesados contra patriotas. El auge del nacionalismo fue clave para la caída de Napoleón. Al ocupar un país, el Emperador se encontraba con un afloramiento del sentimiento patrio. La gente salía a la calle a combatir contra los ocupantes franceses, y era incontrolable. Napoleón lo que pretendía era transmitir las ideas ilustradas, pero lo hacía con mano dura, y eso no gustaba. Aunque en todo país siempre encontraba algún apoyo popular (de gente afrancesada que comulgara con las ideas de la revolución), la mayor parte de la sociedad se ponía rápidamente en contra. Otro problema exterior fue Rusia. Los rusos tenían importantes lazos de comercio con los ingleses (de madera y trigo principalmente) e hicieron caso omiso a la prohibición de Napoleón en cuanto al bloqueo comercial de Inglaterra. Al ver que el zar ruso mantenía sus lazos comerciales con los ingleses, Napoleón se dispuso a ocupar Rusia, una empresa imposible, debido a las dimensiones del país ruso y al clima (la campaña rusa se desarrolló en invierno). Aunque fueron medio millón de hombres, las duras condiciones y los esporádicos ataques de los rusos acabaron por forzar la retirada francesa.

Durante el avance hacia Moscú, Napoleón fue perdiendo tantos hombres que tuvo que retirar soldados de otros frentes (como el español) y aumentar las levas para poder recuperar unidades. El hecho de sacar al ejército de España supuso la pérdida del país, y aumentar las levas le trajo muy mala opinión pública. Corría el año 1813 y la crisis se acentuaba. Después de dar por perdida la campaña de Rusia tuvo lugar la Batalla de Leipzig, que terminó con el ejército francés derrotado y Napoleón encerrado en la Isla de Elba. La etapa del Imperio Francés había terminado. Aun así, hubo un período denominado “Los 100 días” en los que Napoleón consiguió escapar de la Isla de Elba, reunió otra vez una gran flota, y en un desesperado intento de derrotar a los ingleses cayó derrotado, fue en la Batalla de Waterloo en 1815. Esta vez lo llevaron mucho más lejos, a la Isla de Santa Helena, donde acabó muriendo.

Congreso de Viena

Después de los años de Napoleón y, para impedir que nuevos movimientos liberales que defendieran las ideas ilustradas volvieran a surgir, se celebró el Congreso de Viena, una larga reunión de las potencias absolutistas europeas que se alargó durante los años de 1814 y 1815. Potencias como Austria, Rusia, Prusia e Inglaterra fueron las que movieron los hilos en ese largo congreso que terminó por definir un nuevo mapa político en Europa y que creó la Santa Alianza, una organización que, a modo de OTAN, tenía como objetivo defender de posibles revoluciones liberales a cualquier estado absolutista. La Santa Alianza, por ejemplo, tuvo trabajo en España entre los años de 1820 y 1823, pues la monarquía absolutista de Fernando VII se había encontrado con una revolución liberal. Los Cien Mil Hijos de San Luis entraron en España y restauraron el absolutismo. Así pues, la Santa Alianza iba a preservar el absolutismo por toda Europa.

A parte de crear la Santa Alianza, los cabezas de las potencias más importantes, como el zar Alejandro I, el rey de Prusia, Metternich… etc, plantearon distintos objetivos en el Congreso de Viena. Para empezar, se trató de crear nuevos estados más fuertes para prevenir las posibles revoluciones. Para conseguir esto había que juntar unos territorios con otros para ir conformando un nuevo mapa europeo de menos estados pero más grandes y fuertes. A consecuencia de este objetivo, se acabó creando un nuevo mapa político europeo.

Como en todo tratado, los más fuertes siempre procuran salir ganando y conseguir beneficios para sí mismos, y, en este nuevo reparto político del continente, los fuertes fueron los que se beneficiaron.

Rusia se anexionó Finlandia y parte de Polonia. Austria cede Bélgica (que se junta con Holanda y Luxemburgo para conformar un nuevo estado más fuerte llamado Reino Unido de los Países Bajos), y se anexiona la zona de Croacia (así consigue una salida al mar, muy importante estratégicamente), incorpora también el Veneto y la Lombardía y, además, con la paralela creación de la Confederación Germánica (ahora ya no era esa telaraña de 309 pequeños estados, ahora ya eran unos 39 más grandes y unidos), Austria ganó que la Confederación Germánica estaba liderada por el rey austríaco, así que, aunque Austria no poseía los estados de la Confederación Germánica en la práctica, el rey de Austria era el mismo que el cabeza de dicha confederación.

Por otro lado, Prusia se anexionó la región de Renania (la zona del Rin). Suecia se anexiona el reino de Noruega, quitándoselo a Dinamarca, así que el Estrecho de Oresund ya no lo controlaba únicamente Dinamarca. En ese intento de equilibrar fuerzas, los puntos estratégicos, como los estrechos, se procuró que estuvieran repartidos. El estrecho de Oresund (entre la Península de Jutlandia y Escandinava) había estado bajo el poder de los daneses, pero tras el Congreso de Viena, esto se corrigió. Ahora ese estrecho estaba repartido entre Suecia y Dinamarca. Lo mismo ocurrió con el Estrecho de Gibraltar. Para que Inglaterra no lo controlara todo, se le dio a España el norte de Marruecos. En cuanto a Francia, perdió todas las posesiones de Napoleón, y además cedió Saboya al Piamonte.

En Italia se reequilibraron las fueras entre los distintos estados, por ejemplo el Piamonte era ahora ya un “estado” más fuerte al haberse anexionado Saboya y Cerdeña. A Inglaterra se le dio Gibraltar y Malta, con lo que consiguió la hegemonía en el Mediterráneo. Los ingleses reforzaron su ruta a la India con la conquista de Ciudad del Cabo, y además consiguieron hegemonía también el el Caribe. Además de todo esto, se estableció la neutralidad de Suiza.

Los Nacionalismos

Tras la reorganización política de Europa nació el fenómeno del nacionalismo. Se habían creado nuevos estados de manera muy artificial, de modo que, por ejemplo, en el Reino Unido de los Países Bajos, nada tenían que ver un belga con un holandés. Así pues, el sentimiento de reagruparse como una nación a parte fue creciendo en algunos estados. El nacionalismo viene estimulado por la cultura común entre las regiones o territorios, de la economía, la política… estos rasgos comunes impulsan la creación de estados nacionales. Los casos más importantes serán los de la unificación de Alemania e Italia.

Aun así, se precisan varios requisitos para poder conformarse en una sóla nación:

  1. que la cultura y la lengua tengan rasgos comunes
  2. que la etnia o la raza sea la misma
  3. igualdad de religión
  4. tener una Historia común. (El factor histórico es el más legitimador)

Así pues, por ejemplo, todos los pequeños estados (los 39 pequeños estados) que conformaban la Confederación Germánica cumplían estos requisitos, y no tardarían en unificarse y formar el estado de Alemania.

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