Las ciudades

La ciudad es símbolo del progreso y de la modernización de un país. En Occidente hace tiempo que superamos la urbanización de la sociedad, y estamos acostumbrados a vivir en grandes ciudades, que nos ofrecen multitud de servicios y nos hacen la vida, en principio, mucho más fácil y cómoda. Parece que la sucesión natural sea del campo a la ciudad. Que el ser humano vaya evolucionando necesariamente hacia el emplazamiento en una ciudad, y que ésta tenga que ser cada vez más grande.

Primero fueron los cazadores-recolectores que decidieron instalarse a orillas de los ríos y pasar a ser agricultores, para no moverse más y asentarse en pueblos. Más tarde llegarían las ciudades árabes y medievales, rodeadas por grandes murallas y preparadas para defenderse de ataques. Luego el comercio unió unas ciudades con otras a través de rutas marítimas y  caminos kilométricos atravesando continentes. Con la llegada de la modernidad la ciudad se perfeccionó y se llenó de oportunidades, empleo, servicios y atracciones. La gente que quedaba en el medio rural no lo dudó dos veces y se vino a la ciudad. Esto ocurrió en el Viejo Continente, y de manera similar en todo Occidente (Norteamérica, Europa, Japón, Oceanía).

De esta manera el modelo ya estaba exportado y consolidado: la vida urbana era lo moderno. La evolución, basada en el continuo progreso, nos había llevado hasta la ciudad actual, con centros comerciales, rascacielos y autopistas. Así pues, lo correcto en un país desarrollado era tener a la mayoría de la población viviendo en grandes ciudades. El campo se dejaba para las máquinas.

En cambio en la otra mitad del mundo, en la mitad menos conocida y más oscura, no han tenido la suerte de instalar centros comerciales en sus ciudades. En realidad, en muchos países no hay grandes ciudades, y la gente todavía sobrevive en pequeños poblados, ordeñando a un par de cabras y sembrando poco cultivo. ¿No hay esperanza para ellos? Por supuesto que sí. El modelo se puede exportar también a ese Tercer Mundo. De hecho ya lo hemos exportado, y los resultados mejor debieran juzgarlo ustedes mismos. Aquí tenemos el ejemplo de una de las ciudades más grandes (y, en principio, más desarrolladas) del mundo, la ciudad de Lagos en Nigeria:

Está claro que la venta de furgonetas amarillas ha sido todo un éxito. Lo que no es tan seguro es que la gente agradezca vivir en una ciudad como Lagos. Quizás sus casi 10 millones de habitantes no ayudan a la convivencia. Puede incluso que permitir que se desarrollara una ciudad tan grande fuera hasta un error. Tener la segunda ciudad más grande de África no convierte a Nigeria en un país más poderoso ni más moderno.

La llegada de la urbanización en los países menos desarrollados, o en aquéllos que están en un proceso de desarrollo (Ver artículo: Países emergentes), es algo que merece ser estudiado en profundidad. ¿No es de extrañar que algunas de las mayores ciudades del mundo se encuentren en países con altas tasas de pobreza? ¿Cómo es posible que en un país tan desconocido como Bangladesh haya ciudades más grandes que en la rica y desarrollada Europa? ¿Acaso la ciudad no es siempre símbolo de desarrollo? Quizás se nos ha ido de las manos y hemos encerrado a millones de personas en ciudades que apestan y rebosan de basura. Quizás los rascacielos que se levantan en estas ciudades no consiguen esconder toda la miseria que en realidad hay.

Las grandes ciudades del Mundo en Desarrollo

Cuando hablamos de «Mundo en Desarrollo» estamos refiriéndonos a aquéllos países que no son tan pobres como Mauritania ni tan ricos como Noruega. Nos referimos más o menos al grupo N-11, un concepto desarrollado por Jim O’Neill y su grupo de analistas, de Goldman Sachs. Los N-11 (next eleven) son los países que están llamados a ser en un futuro cercano nuevas potencias económicas. Quizás no al nivel de Japón, Francia o Alemania, pero sí superando a países como Italia o España. Estos once países con un futuro prometedor son: Bangladesh, Corea del Sur, Egipto, Filipinas, Indonesia, Irán, México, Nigeria, Pakistán, Turquía y Vietnam. Son países que no están del todo desarrollados y aun no han alcanzado índices de desarrollo humano (IDH) ni índices económicos (PIB nominal, PPA) que los lleven al escalón de los países desarrollados de Occidente (Unión Europea, Norteamérica, Japón, Australia).

Es en estos países donde vamos a enfocar el estudio urbano. Las ciudades son un buen medidor de la riqueza y el desarrollo de un país. Encontramos cantidad de medidores e índices no oficiales y poco rigurosos que nos pueden dar una idea del desarrollo de una ciudad. Por ejemplo uno procura fijarse siempre en la presencia o no de un CBD (Central Business District), es decir: fijarse en si hay o no una zona de rascacielos. Es muy común en las grandes ciudades de Occidente encontrar con un distrito financiero donde las grandes empresas multinacionales tengan sus oficinas. Encontramos ejemplos en el Canary Wharf de Londres, en La Défense en París o en la CTBA de Madrid, por no mencionar el famoso skyline de Manhattan en Nueva York.

Lo interesante es que este modelo se ha copiado en países que no están completamente desarrollados. Es normal dedicar miles de millones de euros en un distrito financiero en Londres para construir varios rascacielos, porque Londres es una ciudad con un 99% de alfabetización, un 91% de la población con trabajo, un sistema sanitario de calidad y fuerzas del orden que dan seguridad a las personas. Lo curioso es cuando un gobierno dedica importantes cantidades de dinero a construir rascacielos mientras la mitad de la población se muere de hambre en los suburbios. Esto está ocurriendo en los países del denominado Mundo en Desarrollo. Países como Malasia, Bangladesh, Egipto, Nigeria o Pakistán. Todos ellos tienen grandes ciudades con rascacielos. En un intento de imitar el éxito de la modernidad en Occidente muchas grandes ciudades de países en vías de desarrollo se han lanzado a crear sus propios distritos financieros. Arquitectos de prestigio se pelean por conseguir llevar sus proyectos a ciudades como Kuala-Lumpur o Bombay.

Además de fijarnos en la presencia de rascacielos, otro medidor urbano informal que nos puede dar pistas sobre el grado de desarrollo de una ciudad es la circulación, tanto de personas como de vehículos. El tráfico en una ciudad es un gran medidor económico. Podemos conocer las zonas más transitadas, los recorridos más usuales entre la población, las zonas atractoras y las zonas emisoras… etc. Podemos definir como zona atractora a cualquier punto de la ciudad que ofrezca unos servicios demandados por gran cantidad de población. Puede ser un centro comercial, un parque público, una calle de tiendas de moda, un cine, el ayuntamiento… Lugares que atraen a la población.

Como decíamos, con un estudio sobre el flujo de personas y el tráfico de vehículos podemos hacernos una idea de cuáles son las zonas de la ciudad que ejercen de motor económico. La gente se mueve desde los barrios hacia las zonas industriales de las afueras, o hacia el interior de la ciudad, hacia el CBD o simplemente hacia el centro, proveedor de servicios.

A nivel global, allí donde se encuentra la población está la base de la economía. Pero esta regla no se cumple a nivel local, ya que podemos distinguir el movimiento de las personas. Aunque por la noche la densidad de población se registre alta en los barrios que rodean el centro urbano y muy baja en el CBD, eso no quiere decir que el motor de la economía no esté en el centro financiero. De hecho es allí donde está la fuente económica para la ciudad. Es decir, la localización de la gente no refleja la localización de la actividad económica. Nadie pasa la noche en los rascacielos ni en las fábricas. De esta manera un mapa de la localización de la población en una ciudad no refleja la localización de las zonas económicas. La población no reside en los lugares de trabajo, y es en éstos donde está la actividad económica, el motor de la ciudad.

Así pues, atendiendo a la presencia o no de un distrito financiero, estudiando el tráfico y fijándonos en la localización de la población, podemos llegar a conocer cómo es una ciudad, podemos saber su grado de importancia internacional, el tipo de población y de sociedad que en ella vive, o simplemente conocer su funcionamiento y estructura (barrios, arterias principales, zonas principales…).

Las grandes ciudades del mundo subdesarrollado están entre las más pobladas del mundo, son el foco de la inmigración de un entorno que busca nuevas oportunidades, están mal jerarquizadas a nivel nacional y sufren el problema de los asentamientos informales.

Cuando decimos que están mal jerarquizadas a nivel nacional nos referimos a que en muchos de estos países del mundo subdesarrollado o en desarrollo aparecen grandes ciudades que concentran a la mayor parte de la población urbana total, de forma que no encontramos ciudades de tamaño intermedio. Por otro lado el hecho de que las metrópolis del mundo subdesarrollado sean focos de inmigración no ayuda a resolver el problema de su superpoblación. Es «una pescadilla que se muerde la cola», una situación en la que el crecimiento parece no tener fin. Cuanto más grandes son las ciudades, a más población atraen. Sobretodo porque el entorno que rodea estas grandes urbes es un entorno subdesarrollado y empobrecido. La población deja el ámbito rural para pasar a vivir en grandes ciudades, donde esperan encontrar oportunidades de trabajo y mejores condiciones de vida.

MÁS INFORMACIÓN: Para conocer mejor cómo funcionan las ciudades del mundo subdesarrollado es recomdable el artículo «Ciudades del Tercer Mundo: la evolución del sistema nacional de asentamientos» (Alan Gilbert, Professor of Geography, University College, London)

La cara oscura: Los asentamientos informales

Por detrás de los rascacielos, a veces inmediatamente después, otras veces a kilómetros de distancia, siempre encontramos una barriada en la que la pobreza lo envuelve todo. Puede ser un barrio de 5.000 personas, o una favela de más de 100.000 habitantes. En cada lugar se los denomina de una forma: slums en el mundo anglosajón, favelas en Brasil, villas miseria en Argentina… Es la realidad de los asentamientos informales, de los barrios de chabolas levantados a partir de materiales desechados: trozos de metal, bidones, madera, plásticos, cajas, cartones… etc.

Esta realidad puede verse en prácticamente todas las grandes urbes del mundo subdesarrollado (Nairobi, Lagos…) y en las del mundo en desarrollo (Buenos Aires, Rio de Janeiro…). Pero también encontramos ejemplos en metrópolis del Primer Mundo (chabolas en Madrid, bidonvilles en Lyon…).

En el siguiente mapa se muestran coloreados los países con importante porcentaje de población viviendo en asentamientos informales:

Como podemos ver, en Brasil, México, Argentina, India, China, Bangladesh, Nigeria, Malasia… etc, existen importantes porcentajes de población que reside en asentamientos informales (slums, favelas). Esto nos demuestra que, aunque son países que se incluyen en listas tan selectas como la de los BRIC o en los N-11, realmente tienen mucho que mejorar en el apartado de población. Puede que los apartados de economía y de aumento-de-la-riqueza-de-unos-pocos los hayan cumplido con creces, pero han dejado de lado a millones de personas que se han quedado malviviendo en largas extensiones de chabolas, sin luz ni gas, ni agua corriente, ni seguridad, ni trabajo, ni dignidad… ni futuro. Imágenes de slums aquí: Slums around the World

El caso más llamativo es el de Brasil, un país llamado al éxito desde que se incluyera dentro de los BRIC, las economías que iban a liderar el mundo en el futuro. Brasil es el país en el que podemos encontrar extremos asombrosos. Se organizan unos Juegos Olímpicos y unos Mundiales de Fútbol, con todo el gasto que conlleva la planificación y elaboración de dichos proyectos, y al mismo tiempo encontramos datos tan escalofriantes como los siguientes:

Lo más llamativo del caso de las favelas es que en ocasiones ni siquiera se intenta disimular la gran desigualdad que existe en estos países. Como hemos repetido, son países que actualmente están dando el paso del mundo subdesarrollado al desarrollado. Se están levantando rascacielos, distritos financieros, están apareciendo millonarios (ver artículo «Un mundo billonario»), son países que están viendo cómo su PIB crece cada año… pero al mismo tiempo están permitiendo (quizás porque les conviene), que una gran parte de la población se quede estancada en la miseria. Se está abriendo una importante brecha entre clases en estos países. Y decimos que ni siquiera disimulan las desigualdades porque, como se observa en la siguiente fotografía de Sao Paulo, en ocasiones la realidad es tan cruel que permite que en apenas metros se pase de un barrio de rascacielos a una favela. En un paso se puede cambiar de cara de la moneda. Por un lado el progreso y la modernidad del sistema capitalista, que permite tener centros comerciales, tiendas y rascacielos, y por otro lado el precio de esos lujos: una parte de la sociedad tiene que renunciar a ellos. La gente de esas favelas nunca entrará en un centro comercial a hacer shopping.

Pero no solo en Brasil es un drama el de las favelas. En otros países las grandes ciudades arrastran el mismo fallo de organización urbana. En los barrios marginales de México el problema se agrava con la violencia, en los slums de Bangladesh se añade la problemática de las inundaciones, en Sudán el 90% de la población se encuentra en asentamientos irregulares… etc. Por todo el Tercer Mundo y en los países en desarrollo encontramos la problemática de las grandes ciudades. En un intento de imitar el modelo, las grandes ciudades han aparecido en el mundo de forma rapidísima.

El crecimiento de las ciudades en el mundo en vías de desarrollo es impresionante. En 1950 Bombay tenía tres millones de habitantes, y en 2010 alrededor de 18 millones. Sao Paulo ha pasado de tener dos millones de habitantes en 1950 a más de 15 millones en 2010. Pero el caso más asombroso lo encontramos una vez más en África. La ciudad de Lagos tenía en 1950 280.000 habitantes y hoy en día tiene 17.000.000. La llegada de la población a las ciudades en el Tercer Mundo ha sido tan rápida como negativa para los países. No hay capacidad para atender a tanta gente en una misma ciudad. De esta manera han proliferado los slums en el Tercer Mundo. Ahora ya no se muere uno de hambre en el pueblo, ahora se muere en las calles de una ciudad. En 2008, por primera vez en la Historia de la Humanidad, había en el Planeta más población viviendo en ciudades que en el mundo rural.

MÁS INFORMACIÓN: Para saber más sobre los suburbios y las zonas más pobres de las grandes ciudades aquí se puede abrir un trabajo sobre los slums de Buenos Aires, una de las ciudades más grandes del mundo. Con alrededor de 13 millones de habitantes, en Buenos Aires hay rascacielos, y mucha gente que vive en la pobreza. El trabajo está en inglés, pero merece la pena echarle un vistazo. Abrir pdf: Los slums de Buenos Aires (S.R.Weeda, 2010. Radboud University Nijmegen, Holanda)

En este mapa se puede observar el panorama urbano en 2006: las ciudades más pobladas del mundo. Si en 1950 había 58 ciudades con más de un millón de habitantes, en 2006 el número alcanzaba las 408. De estas, 224 se encontraban en Asia-Oceanía.  Además, las cifras de color verde nos indican un dato importante: cuánto van a crecer cada año (en el periodo 2006-2020) las ciudades que más rápido aumentan su población

Las comunidades cerradas

Muy relacionadas con el fenómeno de los slums están las «comunidades cerradas», una realidad que se puede observar en las grandes urbes del mundo subdesarrollado o en vías de desarrollo. En los países que están viviendo un proceso de modernización y desarrollo se produce también una mayor
diferenciación entre las clases sociales. Los que eran ricos lo son cada vez más, y los que eran pobres lo siguen siendo. Aparece una clase alta que trabaja en las ciudades pero que no reside en barrios convencionales ni tradicionales. Esta clase alta (a veces media-alta) comienza a trasladarse a comunidades cerradas dentro de la propia ciudad.

Las comunidades cerradas se pueden describir como áreas residenciales con acceso restringido en las que normalmente los espacios públicos están privatizados. Son urbanizaciones de seguridad con perímetros marcados, habitualmente con muros o vallas y con entradas controladas que intentan prevenir su penetración por parte de los no residentes. Esta definición es la que propone Edward Soja, geógrafo estadounidense especializado en Geografía Urbana.

Estas áreas residenciales reciben nombres muy diferentes: gated communities en Estados Unidos, fraccionamiento cerrado en México, barrio privado en Argentina, condominio fechado en Brasil, urbanizaciones o comunidades cerradas en España, villles privées o privatisées en Francia, etc. Información sobre las comunidades cerradas en Latinoamérica: hacer click aquí.

Si atendemos a los procesos estructurales que envuelven hoy el incremento de las gated communities podemos hallar tres elementos explicativos fundamentales: la posmodernidad, la fragmentación y sectorización urbana, y la cultura del miedo y la inseguridad.

Las grandes ciudades del Mundo Desarrollado

No sólo encontramos ciudades gigantescas en lugares con grandes desigualdades sociales, también tenemos ejemplos de grandes metrópolis en el Primer Mundo. De hecho las primeras metrópolis aparecieron en el Primer Mundo, en Occidente: Londres, Nueva York, Paris, Berlin, Chicago, Tokio… Aunque con su crecimiento desenfrenado, las urbes del mundo subdesarrollado y en desarrollo han ido dejando atrás a las ciudades que en el S.XIX y en la primera mitad del S.XX fueron las más grandes del planeta.

Las grandes ciudades del Mundo Desarrollado son metrópolis rectoras del espacio mundial, mientras que las del Mundo Subdesarrollado pueden considerarse como simples hipertrofias urbanas. Mientras unas cohesionan el territorio de un país y a escala internacional (Nueva York, Paris, Berlin, Tokyo, Sydney, Los Ángeles…), otras son enormes aglomeraciones humanas sin ningún tipo de organización ni control (Lagos, Lima, Manila, Nairobi, Dacca…).

La vida en las metrópolis del Mundo Desarrollado es más cómoda que en las grandes ciudades de los países en desarrollo o subdesarrollados, y esto no se debe a un problema de cantidad de población, sino a un problema de organización: no son lo mismo 9 millones de personas viviendo en Londres que 9 millones de personas viviendo en Kinshasa. 

Las megalópolis

El término megalópolis se usa para designar  un conjunto de áreas metropolitanas que destacan a nivel nacional como internacional, y que llegan a albergar poblaciones de decenas de millones de habitantes. El crecimiento urbano acelerado lleva al contacto del área de influencia de unas áreas metropolitanas con otras, de esta forma las megalópolis están formadas por conurbaciones de grandes ciudades.

Encontramos buenos ejemplos en Estados Unidos, donde grandes ciudades como Boston, Philadelphia, Nueva York y Washington están unidas por un entramado de ciudades, algunas más grandes y otras más pequeñas, pero que hacen que los 720km que separan Boston de Washington estén completamente ocupados por suelo urbano. Lo mismo ocurre en otros países desarrollados como Japón, o en Europa, donde varios países tienen a sus ciudades más pobladas separadas por apenas 1000km, resultando una megalópolis internacional, que abarca desde Liverpool hasta Niza. Es la llamada banana azul, por la forma que describe la curva que une a todas las ciudades como Londres, Amsterdam, Frankfurt, el área metropolitana de Rhine-Ruhr, Turín, Milan… etc. En total la población de esta megalópolis europea es de en torno a los 90 millones de habitantes.

El recuento de población en un área de las características de una megalópolis no es sencillo, principalmente porque no hay estándares internacionales para determinar los límites de una megalópolis. Algunos consideran megalópolis a regiones enteras, e incluyen la Llanura Indo-Gangética, en la India, como la megalópolis más poblada del mundo con 200 millones de habitantes, abarcando desde Delhi hasta Dakha. Eso son miles de kilómetros y más que una megalópolis habría que considerarla como una región con un alto porcentaje de urbanización más o menos homogénea.

En China, cómo no, se está planeando la construcción de una megalópolis en el sentido estricto de la palabra: van a unir ciudades que ya existen y están cercanas unas con otras. Poco a poco, edificando en las zonas vacías entre las ciudades, conseguirán crear una megaciudad. El proyecto se puede ver aquí: «Turn The Pearl River Delta Into One».