El Paso del Noreste: explorando las aguas heladas

Olvidada en un rincón de los mapas se encuentra una región inhóspita, deshabitada, y a la que es muy complicado acceder. La costa norte de Rusia es una zona del planeta que pocas personas han conseguido atravesar o conocer. Desde el norte de Noruega hasta el Estrecho de Bering aparecen distintos archipiélagos, islas, mares y penínsulas que no fueron descubiertos hasta hace poco tiempo (desde una perspectiva histórica). Sin duda ha sido la última zona del mundo en ser descubierta y explorada.

En la actualidad, el Paso del Noreste vuelve a tomar relevancia debido a su importancia geoestratégica. Gracias al deshielo producido por el aumento generalizado de las temperaturas en la Tierra, cuando otras rutas marítimas estén bajo el peligro de la guerra o la piratería, o cuando los trayectos sean demasiado largos, siempre se podrá acudir a este corredor norteño. Un sueño para empresas y gobiernos: conseguir hacer del Paso del Noreste una ruta estable durante todo el año, para poder recortar tiempos en las entregas comerciales. El cambio climático puede ofrecernos la posibilidad de navegar por estas aguas que normalmente están heladas.

Si finalmente se pudiera abrir esta ruta alternativa, los modernos buques portacontenedores y los barcos rompehielos no serían los primeros en atravesarla. Existen precedentes históricos de expediciones al Paso del Noreste. Expediciones que se convirtieron en aventuras, en épocas en las que los marineros no disfrutaban de las ventajas tecnológicas de hoy en día.

LAS EXPEDICIONES DE WILLEM BARENTS

A finales del siglo XVI, los Países Bajos se encontraban en guerra contra España (la Guerra de los Ochenta Años) y debido a que la ruta del Mediterráneo hacia las Indias Orientales estaba controlada por los españoles, los navegantes holandeses necesitaban encontrar una travesía alternativa para llegar a aquellos puertos asiáticos donde tantos intereses comerciales tenían. De esta necesidad nació la idea que llevó a Willem Barents a explorar el Paso del Noreste, siguiendo la costa norte de Rusia en dirección al Extremo Oriente.

En 1594 partieron tres naves del puerto de Amsterdam, en dirección norte. Tras más de un mes de viaje se encontraron con tres osos polares en una isla, a la que bautizaron como Isla del Oso (actualmente esta isla pertenece a Noruega). Se estaban adentrando en las aguas del que ahora se conoce como Mar de Barents, precisamente. Consiguieron llegar hasta las costas de Nueva Zembla, pero les fue imposible bordear la gran isla y seguir hasta el Mar de Kara, debido al hielo y a los grandes icebergs. Tuvieron que regresar a Holanda.

En Junio de 1595 el gobierno de los Países Bajos financió una exploración más ambiciosa: siete naves repletas de mercancías que esperaban poder comerciar con China. De nuevo Willem Barents capitaneó uno de los barcos, y de nuevo se encontraron con el Mar de Kara completamente congelado. En Noviembre ya estaban de vuelta en Amsterdam.

Tras dos fracasos consecutivos, las autoridades neerlandesas hicieron un anuncio ofreciendo una gran recompensa para quien navegase con éxito por el Paso del Noreste. No estaban dispuestos a financiar más expediciones. El valiente que consiguiera atravesar el hielo y llegar a Oriente sería recompensado. Cómo no, el intrépido e incansable Barents se montó otra vez en un barco. Esta vez fueron dos las naves que partieron buscando fortuna por el Norte: la del propio Barents y la del comandante Jan Rijp.

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Grabados en el diario del oficial Gerrit de Veer, ilustrando escenas de la tercera expedición (1596)

En esta ocasión intentaron una ruta más hacia el norte, y llegaron hasta las Islas Svalbard. El barco de Rijp se quedó explorando este gran archipiélago helado, y Barents siguió hacia el este. Tras rodear la punta norte de Nueva Zembla, quedó bloqueado por el hielo. La nave se quedó inmovilizada y la tripulación tuvo que construir una tienda de campaña en la orilla. Pasaron el invierno en aquel cobertizo de madera que pudieron levantar en la isla de sus pesadillas. Barents nunca pudo atravesar Nueva Zembla, donde acabó muriendo. El resto de los marineros dejaron olvidado el barco y la tumba de su capitán, y se embarcaron en dos botes a la mar, intentando desesperadamente alcanzar la costa rusa y dejar el maldito mar congelado que más tarde se llamaría Mar de Barents. Afortunadamente pudieron ser rescatados por Rijp. Nadie más se atrevería a explorar esa zona del mundo hasta muchos años después.

El marinero Gerrit de Veer, además de ser conocido hoy en día por su crónica de la tercera expedición de Barents, es famoso por haber sido la primera persona en observar el llamado “Efecto Nueva Zembla”, un espejismo polar causado por la alta refracción de la luz solar entre las termoclinas atmosféricas a esas latitudes. Este efecto permite ver el Sol después de que este se haya puesto tras la línea del horizonte. De Veer debió quedar asombrado al contemplar esa mágica imagen entre las islas heladas del Ártico.

EL INCREÍBLE VIAJE DE ERIK NORDENSKIÖLD

En el año 1878 seguían usándose los mapas que había trazado Willem Barents para conocer qué había más allá de la costa norte de Noruega. Se conocían los peligros del Mar de Barents, lo congelado del Mar de Kara, la costa de Nueva Zembla, la Isla del Oso, el archipiélago de las Svalbard… se tenía constancia de que allí arriba, en aquella esquina del globo terráqueo, había un paso marítimo que, seguramente, llevaba hasta el extremo oriental de Siberia.

Erik Nordenskiöld era un geólogo nacido en Finlandia. Había hecho algunas expediciones a las islas Svalbard y a Groenlandia, acompañando como técnico a la tripulación. Si bien originalmente no era marinero ni explorador, el espíritu de Barents parecía recorrer sus venas. En 1872 intentó alcanzar el Polo Norte usando renos de tiro, pero fracasó cuando los renos se escaparon. Más tarde quiso atravesar el Mar de Kara, sin éxito.

En Junio de 1878 se embarcó en la que sería definitivamente su expedición más importante y épica. El objetivo: conseguir lo que nunca nadie había conseguido, abrir una ruta comercial hacia el Lejano Oriente rodeando la costa norte de Europa y Rusia. A bordo del Vega, un buque de vapor con motor de 60 caballos y capaz de transportar 300 toneladas de carga, Nordenskiöld se acompañó de botánicos, zoólogos, meteorólogos, intérpretes y marineros experimentados.

Llegaron a Tromso en Julio, y allí se detuvieron a la espera de que el Lena, un vapor de 100 toneladas, estuviera preparado para unirse a la expedición. Cuando ambos barcos estuvieron preparados, partieron rumbo Oeste. El Mar de Barents estaba despejado de hielo, así como el de Kara. Consiguieron llegar a Puerto Dickson, al sur de la Península de Tamir, sin problemas. Tras una estancia de abastecimiento en la localidad rusa, el 10 de Agosto el Vega y el Lena continuaron su viaje. Se adentraban en aguas desconocidas.

Fueron los dos primeros barcos de la historia en alcanzar el Cabo Chelyuskin, entre la Península de Taimir y las islas de Tierra del Norte, considerado el paso clave en la Ruta del Noreste. Una vez atravesado el Cabo Chelyuskin se entraba en el desconocido Mar de Laptev. Tan desconocido era, que en realidad Tierra del Norte es un archipiélago de reciente descubrimiento (avistado por primera vez en 1913 y cartografiado en 1933). Es el último conjunto de islas de la Tierra en ser descubierto. En 1878 Nordenskiöld tampoco advirtió su presencia, si bien pasó muy cerca de este archipiélago.

Dejando atrás Tierra del Norte y la Península de Taimir, el Lena y el Vega se separaron el 27 de Agosto. El primero se dirigió hacia la desembocadura del río Lena y se adentró en el continente remontando el gran río ruso, en dirección a la ciudad de Yakutsk. El Vega continuó solitario por aquel mar congelado y desconocido. A partir de ese momento, la única compañía que tuvieron los hombres de Nordenskiöld fueron los esquimales chukchis, pueblo con el que se encontraron en varias islas y costas.

Durante el mes de Septiembre el hielo les obligó a detenerse en muchas ocasiones. De hecho tuvieron que pasar todo el invierno en tierra firme, justo cuando estaban cerca de doblar el Estrecho de Bering. Establecieron un campamento de invierno, rodeados por una capa de hielo, en la entrada del Golfo de Kolyuchin, cerca de un asentamiento chukchi. Durante esa larga estancia hicieron importantes observaciones científicas: las mareas, las condiciones meteorológicas y geomagnéticas…

El deshielo no llegó hasta Junio de 1879.Tras meses sobreviviendo en aquella región hinóspita del mundo, el Vega se puso de nuevo en marcha. La mañana del 20 de Julio pasó por el Cabo Dezhnev, convirtiéndose así en el primer navío en completar el Paso del Noreste desde el Atlántico hasta el Pacífico. Ya había llegado a las aguas asiáticas. Tomaron por fin dirección Sur y llegaron a Yokohama el día 2 de Septiembre.

Nordenskiöld y sus hombres descansaron en Japón mientras su barco recibía un merecido reparo. Era el primer barco que había vivido una experiencia semejante por el hielo. El 27 de Octubre partieron desde Nagasaki rumbo a casa, en un viaje que sería igualmente impresionante: recalaron en Hong Kong, Singapur, Sri Lanka, Adén, pasaron por el Canal de Suez, se detuvieron en Nápoles y Lisboa… y finalmente pudieron desembarcar en Estocolmo el 24 de Abril de 1880.

El propio rey Óscar II de Suecia nombró a Nordenskiöld barón y le otorgó la gran cruz de la Estrella del Norte. Su viaje había pasado a la historia y era un héroe. Para recordarlo, en Suecia cada 24 de Agosto se celebra el “Día del Vega”. Habían confirmado la viabilidad de una ruta por el Noroeste, una realidad que abría un abanico de posibilidades comerciales y geopolíticas. Posibilidades que siguen hoy siendo exploradas y que pretenden ser explotadas por potencias como Rusia, si bien es cierto que hoy en día tan sólo hay unos pocos puertos libres de hielo durante todo el año, y apenas dos rutas en funcionamiento constante. La región que vió las aventuras de Barents y Nordenskiöld sigue siendo un misterio para nosotros. Conocemos cada uno de los rincones del mundo, desde el interior de las selvas hasta los casquetes polares, pero todavía no los controlamos todos (afortunadamente). Será necesario seguir explorando y seguir viviendo aventuras.