Cambios sociales: movimiento obrero y vida en la ciudad

La revolución industrial estuvo acompañada de un considerable crecimiento demográfico. Hasta el siglo XVIII la población europea creció lentamente, debido a la existencia de una mortalidad muy alta, consecuencia de las epidemias y de las hambrunas provocadas por las malas cosechas. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII la población comenzó a crecer a un ritmo sin precedentes y Europa pasó de 190 millones de habitantes en 1799 a más de 400 millones en 1890.

Las causas del crecimiento de la población fueron dos: el descenso de la mortalidad y el aumento de la fecundidad. El descenso de la mortalidad se debió a los avances médicos (vacunas), a la mejora de la higiene (letrinas) y a la alimentación (revolución agrícola). Aunque estos avances prolongaron la edad media de los adultos, la mortalidad infantil siguió siendo muy alta: de todos los niños que nacían, únicamente la mitad de ellos vivían más allá de los quince años.

La vida en la ciudad industrial

El aumento de la población hizo que ésta tuviera que trasladarse a las ciudades, que fueron creciendo con las oleadas de inmigrantes procedentes de las zonas rurales, atraídos por el trabajo en las industrias. Este proceso se denomina éxodo rural.

  • El crecimiento de las ciudades no fue acompañado de una planificación urbana, de ahí la carencia de servicios básicos: agua corriente, alcantarillado, etc. La falta de higiene era absoluta.
  • Los trabajadores vivían hacinados en pequeñas y míseras casas. Su principal pasatiempo consistía en acudir a la taberna, mientras las mujeres atendían las faenas domésticas. La mejora de sus salarios les permitió acudir a espectáculos como el fútbol (en 1863 se creó la Football Association en el Reino Unido) o el boxeo (en 1865 se establecieron las reglas oficiales de este deporte).
  • La burguesía vivía en elegantes barrios que fueron progresivamente mejorando sus servicios de alcantarillado, agua potable, iluminación y pavimentado. Surgieron los grandes y amplios bulevares destinados al paseo. Los burgueses tenían una intensa vida social y acudían a los cafés, al teatro, la ópera, los casinos o los cabarets.

“Era una ciudad de ladrillos colorados, o más bien de ladrillos que habrían sido colorados, si el humo y las cenizas lo hubiesen permitido; pero tal como estaba, era una ciudad de un rojo y de un negro poco natural, como el pintado rostro de un salvaje. Era una ciudad de máquinas y de altas chimeneas, de donde salían sin descanso interminables serpientes de humareda, que se deslizaban por la atmósfera sin desenroscarse nunca del todo. Tenían un canal obscuro y un arroyo que llevaba un agua enturbiada por un jugo fétido, y existían vastas construcciones, agujereadas por ventanas, que resonaban y retemblaban todo el santo día, mientras el pistón de las máquinas de vapor subía y bajaba monótonamente, como la cabeza de un elefante enfermo de melancolía. Contaba la ciudad de varias calles grandes, que se parecían entre sí, y de infinitas callejuelas aún más parecidas unas a otras, habitadas por gentes que se parecían igualmente, que entraban y salían a las mismas horas, que pisaban de igual modo, que iban a hacer el mismo trabajo, y para quienes cada día era idéntico al anterior y al de después, y cada año el vivo reflejo del que le había precedido y del que iba a seguirle” – Charles Dickens, Tiempos difíciles (1854).

El trabajo en la fábrica

Las condiciones de vida de la clase trabajadora durante las primeras fases de la industrialización fueron pésimas. Estaban sometidos a largas jornadas de trabajo (hasta 16 horas), las condiciones de seguridad en las fábricas y minas eran muy precarias, carecían de seguro médico y de paro.

El trabajo infantil era una práctica completamente normalizada. Los empresarios contrataban a niños pagándoles el 20% de un sueldo adulto. Los niños tenían el tamaño perfecto para moverse entre las máquinas y meterse en las minas más fácilmente. Sus pequeñas manos ayudaban a reparar las máquinas y tenían más energía que muchos adultos.

En 1874 se aprobó en Francia la Ley sobre el trabajo infantil, que establecía que la jornada labora de los niños menores de 12 años debía estar limitada a seis horas y no podían trabajar en turnos nocturnos. En 1901 en el Reino Unido se prohibió la contratación de niños menores de 12 años. Los mayores de 12 años tenían jornadas laborales de hasta 12 horas y podían trabajar en minas y canteras, y hasta los 16 años tenían el domingo como día festivo.

VidaDeUnObrero

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Nuevas clases sociales

La Revolución Industrial llevó consigo la aparición de una nueva clase social: el proletariado. Estaba constituida por los obreros que trabajaban en las fábricas y vivían en las ciudades. La palabra «proletario» deriva de «prole», es decir la descendencia, los hijos. Hace referencia a la carencia de los obreros de cualquier otro recurso que no sea su familia. Los obreros no eran propietarios de las máquinas que manipulaban, carecían de control sobre ellas, éstas pertenecían a los patronos o burgueses. Para sobrevivir vendían sus servicios a aquéllos a cambio de míseros salarios.

Con la pérdida de poder de la aristocracia y la nobleza (que durante el Antiguo Régimen habían disfrutado de preeminencia social), una nueva clase social ocupó la cima de la nueva sociedad industrial, la alta burguesía. Englobaba grupos diversos: empresarios, altos funcionarios y algunos profesionales liberales (médicos, abogados, periodistas…). Vivían en las ciudades, en los nuevos barrios del ensanche, con numerosos servicios, parques y jardines públicos. Sus viviendas eran confortables y lujosas. Disfrutaban de una vida cómoda y frecuentaban el teatro, la ópera y los bailes. También veraneaban en la costa o en balnearios. Intentaban imitar a la nobleza y a la aristocracia en su apariencia (vestimenta, modales, gustos), aunque los burgueses no poseían títulos nobiliarios ni privilegios familiares.

El movimiento obrero

Las precarias condiciones en que se desarrollaba la vida de la clase trabajadora, alentó la aparición de ideologías que criticaban el sistema capitalista. Propugnaban su destrucción y la búsqueda de alternativas basadas en la igualdad y la solidaridad. Surgieron así diversas corrientes ideológicas como el socialismo utópico, pero, destacaron por su importancia dos: el marxismo y el anarquismo. El marxismo fue la principal ideología que inspiró al movimiento obrero. Fue elaborada por Carlos Marx y su colaborador y amigo Federico Engels.

  • El proletariado se organizó en partidos políticos y sindicatos de carácter revolucionario para reivindicar sus intereses y luchar por la desaparición del capitalismo. Nacieron organizaciones como el SPD (Partido Social Demócrata Alemán) o las Trade Unions británicas.
  • Los trabajadores, al margen de su nacionalidad, tenían problemas e intereses comunes, ello dio lugar a la aparición de asociaciones de carácter internacional como la Asociación Internacional de Trabajadores (I Internacional), fundada en 1864. La huelga fue uno de los recursos empleados como medida de presión para conseguir sus reivindicaciones.
  • Los marxistas proponían la formación de una internacional de partidos obreros fuertemente centralizados, con un programa de mínimos basado en la lucha por conquistas sociales y laborales concretas, y uno de máximos basado en la lucha por la revolución social a través de la conquista del poder del Estado, mientras que los anarquistas postulaban un modelo revolucionario basado en la organización asociativa-cooperativa (federalismo social) que pregona el poder de decisión por medio del consenso.
PrimeraInternacional

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Posibles preguntas para el examen

Posible pregunta 1

¿Qué es el éxodo rural? ¿Qué consecuencias (buenas y malas) tuvo para las ciudades?

Posible pregunta 2

Explica por qué aumentó la población a partir del siglo XVIII.

Posible pregunta 3

¿Qué era el proletariado?

Posible pregunta 4

¿Qué es el movimiento obrero?

Posible pregunta 5

Explica las diferencias entre marxismo y anarquismo. Cita un nombre clave de cada corriente.