A finales del S.XVII los valores del Clasicismo y el Barroco empezaban a agotarse entre la sociedad, había una profunda crisis social, intelectual y moral. Esta crisis encontró una salida en la Ilustración, un movimiento intelectual que se desarrolló en la segunda mitad del Siglo XVIII y que se basaba en el uso de la razón para dar explicaciones. En otras palabras, la Ilustración pretendía acabar con las supersticiones y fomentar un proceso de laicización.
Los ilustrados pedían que la religión fuera algo privado, que no interviniese en la vida pública de las personas. La Ilustración tuvo un interés educativo hacia la población, y fue, además, un proceso en el que literatura y filosofía iban de la mano. Las obras de los ilustrados llegaron a la sociedad e hicieron que un cambio de mentalidad llegase a toda Europa. Durante la Ilustración se reivindicó la libertad de expresión, el derecho a la felicidad y la autonomía individual. Los ilustrados creían que para alcanzar la felicidad tenía que haber un progreso social. Creían también en que la mejor forma de conocer la naturaleza era mediante la observación y la experimentación. Todos los cambios e ideas nuevas que trajeron los ilustrados llegaron a convencer incluso a algunos monarcas absolutistas (despotismo Ilustrado).
Una de las obras más importantes de la Ilustración es “La Enciclopedia”, un conjunto de volúmenes donde se recogía el saber de la época. Entre 1751 y 1772 Diderot y D’Alembert completaron, con la ayuda de otros autores (tales como Rousseau, Voltaire, Montesquieu o Adam Smith), esta gran obra que trató de tener un doble objetivo sobre la sociedad: primero intentó ser divulgativa (enseñaba y la gente podía aprender leyendo sus artículos), y por otro lado pretendía hacer una dura crítica a aquellos ámbitos de la sociedad que no eran del agrado de los ilustrados (como el Absolutismo o la religión). Para burlar la censura, los autores recurrieron a la insinuación de ideas nuevas, a la yuxtaposición de dos teorías contrapuestas (dejando al lector la responsabilidad de elegir la buena)… etc. La Enciclopedia cosechó un enorme éxito, pues el público entendido se divertía leyendo sus páginas. A la vez que aprendían, leían críticas escondidas detrás de metáforas y dobles sentidos.
Uno de los que adelantaron la Ilustración en Francia fue Montesquieu. Aunque sus obras se sitúan en la primera mitad del S.XVIII, se incluyen dentro de las obras ilustradas. Las ideas que se exponen, por ejemplo, en su obra “El espíritu de las leyes”, críticas de los sistemas políticos, son ideas ilustradas. En las “Cartas Persas” critica la sociedad francesa de la época.
Denis Diderot, por otro lado, es el típico ilustrado polígrafo, que escribe sobre una gran variedad de temas. La mayor parte de su vida como literato estuvo enfocada en la realización de La Enciclopedia, pero también escribió novelas como “La paradoja de comediante” o “Jacques el fatalista”. En cuanto al teatro, Diderot creó el nuevo género de la comedia seria (drama filosófico).
Voltaire fue otro de los ilustrados más importantes de Francia y de Europa. Su obra se resumen en tres palabras: tolerancia, razón y libertad. Voltaire es un intelectual comprometido, y uno de los más críticos. Con “Cartas filosóficas” critica a sus compatriotas parisinos. Escribió novelas importantes como “Zadig” o “Cándido”, novela en la que critica la idea de que el mundo gobernado por la Providencia es el mejor de los mundos posibles.
Rousseau es, como Voltaire, otro de los pesos pesados del S.XVIII. Fue uno de los intelectuales que más influencia tuvo en Europa. Su filosofía era que los hombres nacían buenos y se corrompían con la sociedad, así que había que cambiar la sociedad, no al hombre. En cuanto a su obra, expresa sentimientos en “Las confesiones” y su amor por la naturaleza en “Julia”. En “El contrato social” expone sus ideas respecto a cómo se debía dirigir la sociedad, cómo debía estar fundamentada legítimamente.
Prerromanticismo
El prerromanticismo es una serie de tendencias confusas y diferentes que se dio a la vez en distintos países Europeos. En cada uno comenzó de forma diferente, pero lo que tuvo en común de forma general fue que consiguió, poco a poco, cambiar la sensibilidad del público. Así, para 1790, la gente ya estaba preparada para la entrada de obras románticas, que se alejaban del racionalismo y daban rienda suelta a las emociones. Fue un movimiento que apartó a Europa de la Ilustración. Algunas características del prerromanticismo son que el tema principal en casi todas las obras se desarrollaba en un escenario natura, la naturaleza era en muchas ocasiones la propia protagonista. Era un espacio virgen, salvaje. En cuanto al tema, solía girar en torno al amor. Otra característica importante es el gusto que en el prerromanticismo se empezó a dar a lo medieval. La Edad Media, que para los ilustrados había sido un hueco de 1000 años en la historia de la Humanidad, volvía a cobrar protagonismo con los prerrománticos, que situaron las acciones de sus obras en tiempos medievales. Apareció así la novela gótica.
Como decíamos, es difícil dar una fecha de inicio del prerromanticismo ya que en cada país ocurrió de una forma diferente.
En Inglaterra se puede decir que éstas ideas prerrománticas fueron introducidas por autores como Sterne, Blake o Macpherson, que en sus obras comenzaron a tratar el tema del amor y a situar la temática en escenarios naturales o medievales. La novela gótica se desarrolló en Inglaterra por primera vez de la mano de Walpole, con la obra “El castillo de Otranto”. La obra más famosa de ese estilo es “Frankenstein”, de Mary Shelley.
En Alemania el prerromanticismo llegó de la mano del Sturm und Drang, un movimiento literario que se desarrolló entre 1780 y 1790 y que venía a ser una oposición a la ilustración alemana. Autores como Schiller y Goethe fueron los máximos exponentes de la literatura prerromántica alemana. Goethe, con su obra “Las desventuras del joven Werther” marcó las pautas para las próximas generaciones de escritores del romanticismo.
Romanticismo
El romanticismo nació en Inglaterra y en Alemania. Es un movimiento que opone las ideas ilustradas con las nuevas románticas. Frente a la universalidad que se buscaba en la Ilustración, en el Romanticismo los autores se preocupan más por la individualidad de cada uno. Se busca lo personal, los sentimientos. Frente al racionalismo, los sentimientos. Frente al progreso, una mirada hacia atrás. Las obras románticas dejaron a un lado ese afán por enseñar y educar y se centraron en mostrar vivamente los sentimientos de los personajes. Fue una corriente que rompió las normas y las reglas que venían del clasicismo y que permitió a los autores soltar toda su imaginación. La pasión, el amor, personajes rebeldes e inconformistas… todo se juntaba y hacía de las obras románticas verdaderas explosiones de sentimientos. Tuvieron mucho éxito entre el público.
En Alemania el Romanticismo se divide en dos. Un primer romanticismo, llamado también el romanticismo de Jena (cuidad universitaria donde coincidieron muchos autores), que era un romanticismo filosófico. Los autores de este romanticismo fueron Novalis, Hölderlin y los hermanos Schlegel (que publicaron la revista Attheneum). En el segundo romanticismo los autores se preocuparon por aspectos históricos. Apareció un interés por lo popular, los autores buscaron lo característico de cada pueblo, y escribieron mucho sobre las costumbres alemanas. Los hermanos Grimm con sus cuentos, Heine y Hoffman son algunos de los autores representativos de este segundo romanticismo alemán.
En Inglaterra el Romanticismo se inició con la publicación en 1798 de “Lyrical Ballads”, de William Wordsworth y Samuel Coleridge, que conformaron la Primera Generación Romántica. Estos poemas experimentaban sobre cómo se podían expresar las emociones. Para Wordsworth el poeta debía encontrar la inspiración después de haber observado la naturaleza, no en el momento. Después, al llegar a casa, el poeta debía recordar y escribir lo que había visto, en tranquilidad. La Segunda Generación Romántica estuvo representada principalmente por Keats, Shelley y Byron, siendo éste último el más importante. Dentro de ésta segunda generación se diferencian los poetas satánicos (Byron y Shelley) llamados así por sus aires rebeldes e inconformistas con la sociedad.