La segregación socioespacial que observamos en esta imagen nos demuestra dos cosas: que Brasil ciertamente es un país emergente, donde mucha población ha encontrado el camino de la felicidad y ha visto aumentar su nivel de vida, y que el crecimiento económico no ha impedido que haya millones de pobres. Estas dos realidades se aprecian con facilidad en la imagen.

¿Qué vemos en esta imagen? Ocupando un espacio central luce un gran campo de golf, y si agudizamos un poco más la vista, podemos ver que las viviendas que rodean ese campo de golf son chalets de tejado naranja, con jardín y piscina. Las calles entre estos chalets son arboladas, y hay mucho espacio entre los chalets. Podemos concluir que es una zona de clase alta, lo cual tiene sentido, teniendo en cuenta que nos encontramos cerca de un campo de golf (el golf es una actividad que generalmente se relaciona con las clases más altas de la sociedad).

Lo extraño es que en la imagen se observan también unas manchas grises que parecen ensuciar el idílico paisaje de chalets, piscinas, jardines y golf. Hay unas zonas grises acechando la tranquilidad de los miembros del Club de Golf. ¿Qué son estas manchas que surgen de ninguna parte?

Son favelas. Asentamientos informales de clase baja, que nacen por la necesidad de muchas personas de fabricarse su propia casa para poder vivir. Las favelas son los slums de Brasil, y en Río de Janeiro aprovechan el accidentado relieve para formarse en los valles de los montes (llamados morros), como si una mano invisible las empujara a esconderse entre la vegetación de las laderas. La mano invisible de la segregación social.

Definitivamente las favelas no tienen tanto glamour como los chalets y el golf. Son barriadas edificadas ilegalmente, que roban la red eléctrica y el agua, y que no están planificadas de ninguna forma. Su organización es caótica, no existen las calles ni las plazas, no se distingue ningún orden ni planeamiento urbano. Las favelas, además de pobres y marginadas, son peligrosas. Junto a la segregación, la pobreza y la falta de bienes de primera necesidad están la violencia y la delincuencia.

Por supuesto que los vecinos que juegan al golf y tienen piscina privada no quieren compartir espacio con las favelas, pero el crecimiento económico de Brasil es tan grande que el número de asentamientos informales no deja de aumentar. Existe una curiosa correlación entre el aumento de los millonarios y el aumento de las favelas. Y en Brasil cada año hay más millonarios. Sin duda es un país que crece en todos los sentidos.

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El aumento del área urbana ocupada por favelas ha provocado que en ciudades como Río de Janeiro o Sao Paulo observermos escenas como la de la imagen: en apenas dos metros se pasa de un barrio de clase alta a una barriada de clase baja. Las clases sociales han dejado de ser vecinas verticalmente para serlo de forma horizontal. Ya no es un problema teórico de la pirámide de clases, sino una realidad que se vive en la calle, pared contra pared.

MÁS INFORMACIÓN: Las desigualdades socioeconómicas en Río de Janeiro (Juan Pérez Ventura, Junio 2013)