La Unificación de Alemania fue un proceso político que tuvo lugar a finales del siglo XIX y que culminó con la creación del Imperio Alemán en 1871. La unificación supuso la unión en un solo ente político de los 39 pequeños estados que formaban la Confederación Germánica. Dentro de estos 39 estados había algunos más grandes e importantes, principalmente Prusia y Austria, que serán los que se disputarán el liderazgo de la unificación. Tanto Prusia como Austria quería liderar la unificación, y esto les enfrentará. Para empezar, los antecedentes políticos y militares se fechan en las revoluciones de 1848, que triunfaron en la mayoría de los estados de la Confederación.

En el Parlamento de Francfort se reunieron los liberales vencedores de la revolución para hablar de la unificación, pero rápidamente la Santa Alianza reprimió estos movimientos liberales reponiendo a reyes absolutistas en los estados. No se consiguió nada en este primer intento revolucionario, pero ya se había dado el primer paso para hacer comprender a Europa que dentro de la Confederación, dentro de ese crisol de pequeños estados, había un sentimiento unificador. Ese sentimiento había surgido gracias al buen contexto social y económico del momento. La clase social burguesa había ganado peso e importancia en la economía y en la política, la ideología de los nacionalismos había llegado… personajes importantes de la vida cultural germánica, como Droysen, Ranke o Fichte hacían llamamientos a la unificación, apoyándose en un pasado histórico común y en una similitud de lenguas y costumbres.

Se habían creado también la Unión Aduanera, o Zollverin, lo cual unía de alguna forma los distintos estados de la Confederación. El sistema educativo, las universidades… la cultura, en general, dentro del marco del Romanticismo, era también un factor unificador entre todos esos pequeños territorios que estaban separados por fronteras políticas. Así pues, teniendo unión económica y unión cultural, sólo quedaba ya conseguir la unión política, y eso se conseguiría con guerras. Además, la organización en pequeños estados gobernados por reyes absolutistas respondía a una concepción feudal de la distribución del territorio, y eso, en pleno siglo XIX quedaba muy anticuado. El liberalismo estaba haciéndose notar por toda Europa, y dentro de la Confederación Germánica no hubo una excepción.

Un primer paso hacia la unificación, o, al menos, hacia el conflicto entre Prusia y Austria, fue la guerra que hubo contra Dinamarca por los ducados de Holstein y Schlewig. Prusia y Austria se unieron para vencer a los daneses, y luego se repartieron los territorios. Hasta aquí todo bien. Pero llegado un momento Prusia decidió que no le gustaba que Austria poseyera Holstein, y tampoco que tuviera el control de la Dieta. El sistema político que se seguía en la Confederación Germánica era que los 39 estados tenían representación en la Dieta, el Parlamento, de carácter supraestatal, que estaba presidido por el gobernador austriaco. Como hemos dicho, a los prusianos no les gusta que Austria controle la Dieta. Esto, sumado a otras diferencias de tipo cultural, político y religioso, hizo que estallara la guerra entre Prusia y Austria. Prusia resultó ser mucho más poderosa y estar mucho más organizada que Austria. Tenían a Bismarck como cerebro de todos los movimientos y la estrategia militar, contaban con una red de ferrocarril muy importante, y con un gran ejército, que se movilizaba rápidamente. Uno de los episodios más decisivos fue la Batalla de Sadowa, en 1866. Ese mismo año Prusia venció y se firmó la paz en Praga. En dicha paz Austria sale de la Confederación Germánica y es, por tanto, Prusia la que encabezará la unificación.

Pero antes de que la unificación pueda completarse aparece otro problema, otro enemigo. Al sur del Rin hay un importante país al que no le gusta nada la idea de que se cree un país poderoso al lado suyo. Francia hará lo posible para que Prusia no lidere la creación de un gran país que pasaría a ser vecino de los franceses. La Historia dará la razón a Napoleón III en sus temores, pues Alemania irá a por Francia a lo largo de la primera mitad del S.XX en varias ocasiones, resultando Francia muy perjudicada. Así pues, Francia le declara la guerra a Prusia antes de que se haga más fuerte. Fue importante la Batalla de Sedán en 1870. Prusia acabó venciendo también a Francia, incluso hizo prisionero al propio Napoleón III, quien acabaría abdicando, significando así el final del Imperio Francés.
En la Paz de Francfort de 1871 se decide que Alsacia y Lorena pasarían a ser de Prusia y que Francia debía indemnizar al vencedor. El Imperio Alemán se constituye en el Palacio de Versalles, en Paris, lo cual supone una clara provocación y humillación para los franceses. La Paz de Francfort será el germen que de origen a los problemas de principios del S.XX, con Francia y el Imperio Alemán enemistados de forma irreconciliable.