El liberalismo aspira a la eliminación de las características propias del Antiguo Régimen, a la vez que pretende construir una nueva sociedad basada en los principios liberales. El ideario del liberalismo viene de las ideas de ilustrados como Campomanes, Floridablanca o Jovellanos, que a finales del siglo XVIII se habían manifestado en contra de la monarquía absolutista y del no-avance del sistema del Antiguo Régimen.
Los liberales tienen a la constitución como el documento regulador de la vida pública. Se rechaza la monarquía absoluta y se apuesta por la monarquía constitucional. Se eliminan los privilegios del clero y de la nobleza, se establece la división de poderes y el sufragio universal masculino. Todas estas características liberales están bien reflejadas en la Constitución de 1812, que los liberales firmaron en las Cortes de Cádiz mientras tenía lugar la Guerra de la Independencia (1808-1814). Aunque esta constitución no se puso en práctica debido a la guerra y al regreso de Fernando VII en 1814 (Tratado de Valençay), la Constitución de 1812 fue el modelo a seguir por todos los liberales a partir de ese momento. Otros puntos donde la constitución hacía hincapié eran, en lo económico, se defendía la propiedad privada libre y se rechazan los bienes comunales, se aspira a la liberal de comercio, a la libertad de contratación de los trabajadores. En cuanto a aspectos religiosos, no se rechaza la religión, pero se tiende a limitar el poder de la Iglesia, e inevitablemente aflora el anticlericalismo.
La siguiente etapa liberal fue el Trienio Liberal (1820-1823), cuando Fernando VII tuvo que jurar la Constitución de 1812 debido a que Rafael del Riego había salido victorioso de un pronunciamiento. Durante esos tres años Fernando VII fue rey, pero no tuvo palabra alguna ni autoridad como hubiera querido. Se vivieron años de una monarquía constitucional al estilo liberal. Fueron también años que constituyeron un punto de inflexión para el liberalismo, ya que los liberales se dividieron. Por un lado quedaron los liberales moderados, partidarios de pactar con las clases nobles y con el rey, y por otro los liberales radicales, que planteaban reformas radicales y se resistían a hablar con el rey, fue un liberalismo que más tarde derivaría en un republicanismo.
El liberalismo siguió dividiéndose y alternando el poder durante el reinado de Isabel II, cuando la regente María Cristina y la propia Isabel II estuvieron en el trono. Ellas dos siempre apoyaron más a los liberales moderados, como Narváez, y trataron de conspirar contra los liberales progresistas, como Espartero. Fue una etapa en la que predominaron los llamados “espadones”, políticos militares que llegaron al gobierno con mano dura. Hombres del ejército como Espartero, O’Donell o Narváez se fueron alternando en el poder durante el período de 1833 a 1868, el período en el que el sistema liberal se puso en práctica.
Durante esos años también hubo una fuerte oposición a los liberales. Aunque éstos ya estuvieran divididos entre progresistas y moderados, también había otros grupos conservadores como los carlistas que estuvieron en continua guerra con el gobierno. Cuando Fernando VII murió en 1833 y abdicó en su hija Isabel II un grupo de personas, los carlistas, que apoyaban a Carlos María Isidro, hermano del difunto rey, como sucesor al trono, comenzaron una campaña fundamentada en la acción directa y en la guerra para derrocar a Isabel II y poner en el trono a Carlos. Se libraron hasta tres guerras carlistas, la primera, de 1833 a 1840 ocupó toda la regencia de María Cristina, quien en 1840 renunció a la regencia y designó a Espartero como regente. El ideario carlista era prácticamente todo lo contrario del liberal. Se caracterizaban por un ferviente antiliberalismo, negación de la soberanía nacional, se niega a la centralización del gobierno y defiende el foralismo… los carlistas encontraron apoyo sobretodo en el medio rural, y las guerras carlistas tuvieron lugar en el norte peninsular, sobre todo por el País Vasco y Cataluña.
A parte de los carlistas, los liberales tuvieron la oposición de, entre 1812 y 1833, Fernando VII y sus seguidores. Mientras Fernando VII estuvo en vida, los liberales vivieron etapas durísimas, como el Sexenio Absolutista (1814-1820) o la Década Ominosa (1823-1833), cuando la mayoría de intelectuales y liberales tuvieron que exiliarse del país debido a la tremenda vuelta al Antiguo Régimen que Fernando VII había dado.
1808-1814 | Guerra de Independencia |
1812 | Cortes de Cádiz |
1814-1820 | Sexenio Absolutista |
1820-1823 | Trienio Liberal |
1823-1833 | Década Ominosa |
1833-1835 | Estatuto Real (gobierno provisional) |
1835-1837 | Gobiernos progresistas |
1837-1840 | Trienio Moderado |
1840-1843 | Regencia de Espartero |
1844-1854 | Década Moderada (Narváez) |
1854-1856 | Bienio Progresista (Espartero) |
1856-1863 | Unión Liberal (O’Donell) |
1863-1868 | Final del reinado. Crisis del Liberalismo |